Opinión

El pacto de siempre

El acuerdo con el que los dos grandes partidos han sellado la renovación del Tribunal Supremo  tras la demoledora crisis propiciada por una sentencia de ida y vuelta sobre a quién hay que repercutir el  impuesto derivado de los préstamos hipotecarios, parecen tomarlo ambas formaciones como el remedio de todos los males.

Si los integrantes del tribunal anterior originaron con sus dudas la delirante situación que ha puesto la institución e incluso la propia judicatura a los pies de los caballos, basta con cambiarlos y nombrar un nuevo presidente que sustituya a Carlos Lesmes, irremediablemente salpicado por un episodio tan desastroso. Por tanto, el PP y el PSOE han arbitrado de común acuerdo el recambio de la cúpula del Consejo General del Poder Judicial que es el órgano más alto de la judicatura, utilizando la táctica del mercadeo como viene siendo habitual en estos menesteres. Tú me das y yo te doy es el sistema que prevalece   en esta operación de la que dependen el nombramiento de dirigentes  del colectivo de jueces y magistrados en toda la geografía española lo que, naturalmente, convierte este pacto entre los dos grandes partidos en una actuación de una importancia suma teniendo en cuenta las características del país en el que habitamos que aparece literalmente judicializado a golpe de causas que están por llegar y que se manifiestan de suma trascendencia en la elaboración de nuestro futuro. Del de todos.

Desgraciadamente, todas las opciones de desvincular la carrera judicial y la pertenencia política cumpliendo lo que reza nuestra Constitución y lo que piden con insistencia los ciudadanos -el sacrosanto principio de independencia de poderes- han vuelto a  obviarse tras este parche en el que PP y PSOE han dejado a un lado sus diferencias para entenderse en lo que interesa y en lo que se considera imprescindible para seguir controlando. No son los casi seis mil jueces que ejercen en España los recipiendarios de este mercadeo porque ellos ni se benefician ni se perjudican con los nombramientos pactados y seguirán su carrera  sujeta a su reglamento propio. Pero sí lo hará la cúpula del colectivo, pendiente del favor político para ir avanzando y ocupando los puestos más altos.

Así no se ataja la crisis de la Justicia sino que se mantiene y se agiganta.

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