Opinión

El tío de la garita

Una el PSOE ha hecho del tío de la garita un peligro latente de consecuencias inusitadas y si bien no es la primera vez que quien se queda de guardia la organiza, los portavoces que en estos días se han mantenido al cuidado de la finca mientras los del primer nivel descansan, podían haberse callado prudentemente en lugar de poner en circulación opiniones que luego toca rebatir culpando frecuentemente al mensajero. El ponente en este caso ha sido el  portavoz Óscar Puente, uno de los más airados cachorros de Pedro Sánchez que ha elegido opinar sobre la situación política de Venezuela por sus propios medios. Las conclusiones que el hoy alcalde de Valladolid ha obtenido del drama en el que vive el país latinoamericano han sido tan torpes y disparatadas que han merecido incluso una dosis  contundente de fuego amigo. El diario “El País” le dedicaba ayer en su editorial unos juicios demoledores, coincidiendo con un ponderado y reflexivo artículo escrito por el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, impreso en la página contigua, que analizaba con inmenso dolor la dramático situación a la que la bestialidad insaciable de Nicolás Maduro ha abocado a la república de Venezuela, fronteriza con su  país. Santos cuenta en él lo que le angustia este despropósito sangriento al que el heredero de Chávez se ha aferrado. Supone con razón que la suerte de Venezuela está desgraciadamente firmada y que esa suerte afecta muy profundamente a Colombia, su vecina. Si Puente hubiera tenido  ocasión de leer el artículo de Santos, quizá se hubiera mostrado más prudente y no hubiera empleado tantos disparates, dichos además sin la menor necesidad. Nadie le ha pedido a Puente que opine sobre la situación venezolana, ni su opinión enriquece ni aporta nada a las actuaciones de la propia comunidad internacional. Óscar Puente, supone que de la tragedia venezolana son responsables todos los habitantes del país –es decir, iguala en responsabilidad a los carceleros y a los que están en la cárcel- y afirma que los periódicos españoles dedican al conflicto más páginas de las debidas usándolas como arma arrojadiza para criticar -por ejemplo a Podemos y sus vinculaciones con el régimen bolivariano-  En definitiva, se ha portado como un mentecato, ha colocado a su partido en una situación muy delicada y, además de identificar con estos juicios a su líder Pedro Sánchez -quien habrá de explicarse cuando la barbarie de Maduro acabe a la tremenda- se ha ganado la enemistad de los viejos barones del partido. Felipe González se ha distinguido como un ferocísimo crítico de Maduro y su régimen, y Zapatero anda todavía intentando un diálogo con los opositores, aquellos que Maduro encarcela, secuestra o mata. A Felipe lo expulsó del país y a Zapatero no le hace ni caso.

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