Opinión

El empate milagreiro

Amí lo que francamente me ha llamado más la atención de toda esta bochornosa francachela protagonizada por malditos irresponsables en que se ha convertido Cataluña, es el empate final tras tres intentos, con el que se ha quedado en suspenso el apoyo o rechazo de la CUP a la investidura de Mas. Se han metido 3.030 tíos y tías en un polideportivo de Sabadell y, tras un día entero votando y tras tres consultas consecutivas, han terminado empatando a 1.515 votos que mira que es difícil.

Emitir exactamente los mismos votos los que apoyan la investidura de Mas y los que la rechazan tiene un algo de insólito, un algo de inverosímil y un algo de milagreiro, hasta el punto de que hay periódicos -catalanes también por supuesto- que sugieren la posibilidad de un apaño para seguir dándole vueltas a la tuerca y aplazar hasta el paroxismo la elección de este despojo en el que se ha convertido el presidente en funciones de la Generalitat. Un espantapájaros vilipendiado y patético que no ganará ni siquiera si estos sujetos de la CUP le otorgan esa suerte de amago de presidencia a tres jornadas del final del periodo de interinidad que marca la ley. Personalmente me da igual si al final se apiadan de él o si le dan el tiro tras tres meses de espera en el corredor de la muerte, pero si yo fuera catalán a mí, pensando en los que me gobiernan, se me caería la cara de vergüenza.

En definitiva que Cataluña transita engordando cada día el esperpento y sospecho que sus clases dirigentes y su alto empresariado están ya hasta los pelos de interinidades, vacíos de poder, caos institucional y gobierno del desgobierno. Yo siempre vuelvo al recuerdo de un catalán universal que era José Saza y sospecho que si viera lo que estamos viendo diría que esto es un sindios y tendría la amarga razón de los que padecen semejante despropósito y muchos de ellos quizá sin merecerlo.

En todo caso, Cataluña está en esta situación deplorable porque se lo ha buscado con perseverancia y ahínco y ha votado lo que ha votado. Para su fuerte desgracia, sentencie la CUP lo que sentencie el 2 de enero, la Generalitat está tocada irremediablemente. Y si la solución es esa suerte de presidencia tutelada con un pelele en la cumbre y tres vicepresidentes ejecutivos a los que además controlan los antisistema, no digamos más. Falta por saber cómo afecta en todo ello el factor Colau. Pues más leña a la caldera.

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