Opinión

Fútbol sin lógica

La creciente sospecha de que estamos viviendo un sindiós que diría el añorado Saza, no solo se manifiesta en cuestiones claves de la actividad política en esta aldea global en la que se ha convertido el Mundo, sino en cuestiones tan prosaicas como el fútbol cuyos inicios de temporada nos conducen a un escenario insospechado y digno de reflexión. Un par de equipos modestos encabezan la clasificación y si bien el Celta coqueteaba la temporada pasada con los puestos cabeceros que dan derecho a Europa, el compañero de mandato es un descendido como el Éibar a quien salvó del precipicio la insolvencia del Elche al que se rebajó de categoría por oficio.

Por la cola encontramos nada menos que al Athletic Club, que viene de consolidar su concurso en competición europea y que, como subcampeón de Copa, jugó y ganó la supercopa de España infringiendo al Barcelona una dolorosa derrota. Para colmo de disparates, los dos jugadores franquicia de la Liga española no solo no han visto puerta en dos partidos sino que han firmado dos actuaciones horrorosas por barba y a ambos se les ve tristes y cariacontecidos. Anda el Valencia arrastrando los pies y otro nuevo huésped de División de Honor como el Gijón no mete uno pero tampoco se los meten y eso que su debut fue contra el Real Madrid. Saza se marchó prediciendo en efecto el principio del fin de los mundos.

No hace falta más que echarle un ojo a las clasificaciones de los países futboleros más poderosos para comprender que estamos próximos al ciclo de postrimerías como quizá padezca en sus propias carnes Mourinho. Quizá este singular hecho de que ni Cristiano ni Messi se hayan estrenado por ahora esté contenido en las claves del tercer secreto de Fátima. Es de unas proporciones tales que ni la madre Lucía se atrevió a divulgarlo en su momento no fuera que la consideraran majareta perdida.

Hay poco humor estos días. Los cielos se cierran, el verano caduca y el mundo se enfrenta a uno de sus problemas capitales en lo que va de siglo. Ante tanto horror, tantas vidas en la cuneta o en el fondo del mar, tanta injusticia y tanta miseria, hagamos del fútbol medicina para echar unas sonrisas. Al fin y al cabo es un juego, aunque algunos nos olvidemos de ello todos los días de partido. Mea culpa.

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