Opinión

Hablando de cine

La disponibilidad tecnológica del cine, sus recursos ahora infinitos para crear apariencias con marchamo de realidades, los millones de trucos de los que cualquier realizador puede disponer para contar sus historias por muy descabelladas que parezcan constituyen un abanico de razones para que en la gran pantalla se desarrolle verdadera magia  y los espectadores puedan ser transportados a otros escenarios que los convencionales e incluso a otros universos ficticios que nada tienen que ver con el propio. Muchos estudiosos del fenómeno cinematográfico sospechan que esta abundancia casi infinita de recursos para manejar la imagen ha convertido el cine en un espectáculo de luz y sonido muy alejado de la sencillez intimista y profunda que primaba cuando los trucos de edición eran caseros y apenas podían utilizarse. Suponen que aquella época que creó películas universales utilizando la cámara para narrar en estampas las historias que se les ocurrían a guionistas fecundos fue el tiempo del verdadero cine y no esta época nuestra en la que las salas se nutren de películas cuajadas de efectos especiales en las que el guión es una mera anécdota y la calidad de los actores es cuestionable. Dicen que no hay más que recitar su papel delante de un telón de color verde que los especialistas llenan después de contenido.

El debate es en este punto constante y como en el resto de los temas que forman parte de nuestra vida cotidiana, ha acabado por radicalizarse. El espectáculo supremo que propone Hollywood frente a la concepción intensa y modesta del cine de autor a la que se ven abocadas otras cinematografías menos pudientes. Melies contra Resnais, “Play Boy” contra “Cahier du Cinema”. Una confrontación permanente y nunca resuelta tan profunda como cualquier otra. Beatles contra Rolling Stones o Messi contra Cristiano Ronaldo.

Alguna dificultad debe existir para crear nuevos guiones con cierta gracia, porque en las factorías de ficción se echa mano de lo pasado con más frecuencia de la deseable. Hace unos días se anuncia la segunda parte de la inquietante y mítica “Blade runner” y en la televisión ya le hacen sitio a las nuevas entregas de “Expediente X”, historias de ciencia ficción ambas con poderosa influencia en su tiempo. Galileo dejó dicho que le dieran una palanca y movería el mundo. Dadme un buen guión –diría hoy si pudiera- y haré una peli estupenda.

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