Opinión

La cocina demoscópica

El Centro de Investigaciones Sociológicas es uno de los territorios más apetecidos por los partidos políticos cuando adquieren responsabilidades de gobierno. Personalmente y quizá por edad y ausencia de fe en el efecto de los sondeos en materia política, tengo una confianza muy relativa en esta cuestión de los pronósticos sobre resultados de elecciones, y la trayectoria de estos estudios parece indicar una cada vez más palpable ausencia de acierto en sus resultados lo que, a la postre, quizá me otorgue la razón en esto del descreimiento. Sin embargo, a los partidos les pone a tope controlar y utilizar en su favor esta herramienta de prospección, con la que aspiran a influenciar los hábitos del buen pueblo y, como resultado de estas maniobras, arrimar con todo descaro el ascua a su sardina.

El PSOE, más aún que el PP y ya es decir,  ha sido en estos últimos tiempos muy proclive a colocar prosélitos en los puestos claves cuando le ha tocado gobernar, y asoma la patita manipuladora más allá de lo razonable especialmente en este periodo en el que la inestabilidad guía sus pasos y la presencia de su más alto representante en la Moncloa no se debe al dictamen de las urnas sino a una rocambolesca moción de censura que salió bien gracias por una parte al deseo irresistible de Pedro Sánchez y su señora esposa por convertirse en los Obama de la calle comandante Zorita, y a la fatiga del entonces presidente Mariano Rajoy que se las vio venir todas juntas, entendió que aquello se había puesto imposible, y lo dejó ir invirtiendo las últimas horas de su presidencia en fumarse un puro a la salud de los que se mataban por sucederlo, preparar tranquilamente la salida y marcharse lo más lejos posible donde no llegara el aire del ventilado.

Sánchez –al que el oropel de la presidencia le ha revolucionado las hormonas y toma el Falcon de la Fuerza Aérea como quien toma un taxi- es un hombre joven con mucha fe en el poder de la demoscopia a la usanza americana, y ha colocado en el cúpula del CIS a uno de sus comandantes más experimentados, un miembro de la Ejecutiva Federal de 72 años, veterano de mil batallas llamado José Félix Tezanos que en seis meses ha rizado todos los rizos cocinando datos. Cuando deje el cargo, el CIS que ya anda corto de prestigio, no servirá para nada.

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