Opinión

La difícil marcha atrás

La situación en Cataluña produce al menos diez noticias de gran calado al día y casi todas están generadas por las huestes  independentistas. Obedecen a una temática repetitiva que incide en la cerrilidad de aquellos que han alentado esta locura y transmiten la sospecha de que, a pesar de que cada vez hay razones más rotundas para suponer que este disparate está seriamente tocado, los sediciosos están dispuestos a mantener su posición aunque en su interior estén convencidos del fracaso. Hace cuarenta  horas, el vicepresidente económico del Govern Oriol Junqueras expresaba su convicción de que las empresas catalanas mantendrían su sede en Cataluña y restaba importancia a una posibilidad de fuga. A partir de ese momento y para poner en ridículo las suposiciones del secesionista, se sucedieron los cambios de demarcación encabezados por las dos entidades bancarias de mayor solidez del territorio, la Caixa y el Sabadell. Unas horas después, quien decidía marcharse era Gas Natural poniendo rumbo a Madrid, y a la hora de escribir estas líneas un comunicado de Aguas de Barcelona informa de que la gestora se traslada también a la capital. Empresas tan emblemáticas como Freixenet, Catalana Occidente o Codorniz se lo están pensando y en este cuadro de instituciones en fuga va a ser pronto necesario añadir a los Mossos d’Esquadra muchos de los cuáles, sumamente dolidos por el comportamiento de sus superiores, inician los trámites para ingresar en las policías del Estado. Si el ministro Zoilo consigue  un incremento razonable en los salarios de la Guardia Civil y la Policía Nacional, el trasvase va a comenzar a producirse con flujo abundante. El mayor Trapero que los manda está declarando como imputado en Madrid por ordenar la inhibición del cuerpo en los sucesos del domingo y muchos de sus agentes sienten vergüenza ante tal comportamiento. Por cierto, uno de los vehículos utilizados por el cortejo que trasladó a los mandos de la policía autonómica a la capital se lo llevó la grúa municipal madrileña por estar mal estacionado.

Todos estos avatares deberían constituir razón suficiente para que la Generalitat se planteara dar por finalizada esta lamentable y trágica farsa en un sábado en el que una gran parte del territorio nacional se ha teñido de banderas rojas y gualdas con miles de manifestantes. Pero a mí me da que no va a haber marcha atrás y que la CUP ha ordenado morir matando. Es así de atroz y así de sencillo al mismo tiempo. No se va a aceptar el retorno porque esta banda de irresponsables no quiere ni puede aceptar un fracaso.

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