Opinión

La gestión de la crisis

La comparecencia protagonizada a partir de las 10 de la mañana de ayer en la sala de prensa del palacio de la Moncloa como respuesta del Gobierno español a la crisis de Venezuela, ofrece, a pesar de su brevedad, materia bastante para la controversia. El jefe del Ejecutivo convocó a los medios de comunicación a las diez de la mañana de ayer para ofrecer una declaración institucional una vez concluido el plazo otorgado al presidente Maduro para que convocara unas elecciones generales limpias y transparentes. Maduro hizo caso omiso a la petición y Sánchez dio cuenta de que apoyaría a Juan Guaidó.

Sin embargo, y en la misma senda emprendida por Macron como señala la primera página de “Le Monde”, Sánchez no otorga más papel al opositor que el que le corresponde a un personaje únicamente legitimado para convocar elecciones generales. De hecho, en el mensaje referido se cataloga al presidente de la Asamblea como “presidente encargado”, y se deposita el país en sus manos para que urgentemente organice los nuevos comicios.

Es sin duda una tarea fundamental que Guaidó estará presto a cumplir pero la situación en Venezuela es desde un punto de vista tanto político, como social y económico, tan delicada que se necesita muchas más acciones complementarias capaces de preparar el camino para volver a votar. Ninguna de las instancias institucionales del país, en las condiciones en las que hoy se hallan a merced durante años de las veleidades de gobierno dictatoriales y populistas, están en condiciones de rendir servicio a la democratización del país. Si reducimos el papel del joven político al de mero engrasador de un proceso electoral, habremos quemado una opción excepcionalmente válida y el país seguirá en estado caótico a la espera de que otra panda de golfos sin escrúpulos como los derrocados se adueñe del país y todo siga igual. Corrupción, miedo, injusticia,  desigualdad, totalitarismo, cárceles a reventar, sangrías económicas, sufrimiento y miseria. Más de lo mismo.

La gestión que ha realizado el Gobierno español del problema de Venezuela ha sido un quiero y no puedo. Un laberinto, un lío… un Pedro Sánchez, para entendernos.

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