Opinión

Las reglas del juego

Lo bueno de todo esto es que las cosas de siempre no se paran ni ceden e incluso el Barça sigue jugando Champions y Messi sigue marcando goles aunque todos los augurios son francamente negativos al respecto y no garantizan su continuidad ni en la competición española ni siquiera en la europea si la Cataluña en la que la entidad azulgrana se desempeña –y en la que ha hecho causa con las fuerzas independentistas- acaba culminando el proceso de ruptura. Me da que el Barça va a seguir jugando la Liga de Campeones porque el divorcio no va a producirse. Si el procés triunfa, me temo que el asunto va a oler a chamusquina.

Pero ya digo que el mundo gira sobre otros ejes y los intermedios de semana son para competiciones europeas que hacen de Messi un niño divino y han puesto dinamita en las botas a un Cristiano Ronaldo condenado al banquillo para cinco partidos y al que el otro día había que atar a la barandilla hasta salir al campo porque no podía con las ganas de descoser redes. Metió dos goles, falló por poco otros dos, reventó una pelota en el larguero, le anularon un gol, le hicieron tres penaltis de libro del que el árbitro solo cobró uno, y dio un curso de asistencias. Una de ellas, la última, la aprovechó Borja Mayoral para marcar pero el línea le señaló al delantero portugués un fuera de juego que no era y el tanto no se contabilizó. Más no se puede pedir y está que se come la hierba. Le queda un encuentro de sanción y se pasa el día afilando la bayoneta.

Acabo de colgar a un amigo mío que me manifiesta por teléfono un cierto desasosiego a la hora de decidir si los callos a la madrileña llevan garbanzos o no los llevan. No los llevan pero es cuestión de suma importancia para la vida doméstica mucho más trascendental en mi opinión que esta otra que nos tiene carcomidos y por la que se plantea la duda sobre si Cataluña será república independiente el día 2 de octubre o, por el contrario, seguirá liándola como siempre y pidiendo dinero para estarse quieta. Como todos ustedes saber, el gran partido catalanista de la Transición fue Convergencia Independiente de Cataluña y lo fundó Pujol –que era como su señora de Acción Católica-  en el monasterio de Montserrat así que no es extraño que a los independentistas, les hiciera la boca un fraile. Uno de aquellos de la vetusta abadía donde la burguesía catalana se dedicó al sano ejercicio de a Dios rogando y con el mazo dando. A CIU se la cargó sin el menor sonrojo Artur Mas, pero el carácter pedigüeño no se ha borrado a pesar de la hecatombe. Más, hace como Lola Flores. Pide la contribución de los catalanes para pagar la multa del Consejo de Cuentas. El 3% supongo. 

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