Opinión

Locura sin proporciones

Nada podría decirse de los fenómenos que van jalonando la actualidad del día a día sin lo que ahora llamamos las redes sociales, que con los acontecimientos en tropel que se van sucediendo del amanecer a la madrugada en el despropósito de Cataluña, echan lo que se dice humo. El último mensaje -o meme como se llama ahora- que ha llegado a la pantalla de mi teléfono móvil dice que el Vaticano ha resuelto intervenir en el conflicto catalán y que su intervención ha consistido en hacer santo a Puigdemont tras la curación milagrosa de 900 heridos. Con anterioridad me ha llegado otro que convierte en caganet a un agente de los Mossos acuclillado y con los pantalones bajos y así al infinito. Todos los días me llegan a cientos y de Piqué, por ejemplo, se amontonan hoy hasta medía docena. Por lo tanto, he resuelto ir borrándolos todos a medida que aparecen, convencido como estoy que estos gráficos tan de nuestros tiempos son perfectamente prescindibles e incluso distraen la atención de lo que es primordial y que no es otra cosa que la victoria sobre una banda de sediciosos que en estos mensajes se trivializan en clave de humorada. A pesar de lo que pudiera parecer en un momento de duda o postración -que los ha habido como era razonable al caso-, el país está lleno de gente sensata y fiel a los principios de un sistema libre y democrático, y esa masa ciudadana hasta ahora dormida o sojuzgada ha comenzado a desperezarse y a salir a la calle mostrando con orgullo sus signos y la bandera que es de todos y que en estos tristes y lamentables momentos adquiere un especial e importantísimo significado.

Las situaciones se producen a velocidad de vértigo y apenas queda tiempo para procesar un bloque de noticias cuando llega el siguiente cargado de novedades. Ayer, por ejemplo, el Constitucional al que los líderes políticos independentistas se pavonean de no obedecer, ha suspendido el pleno del lunes en el Parlamento regional y por lo tanto, ya saben los que acudan a lo que se exponen. Pero lo que probablemente va a dar a esta sinrazón cada vez más cegada el descabello es la situación económica que una hipotética ceremonia de desconexión dibujaría: El Banco de Sabadell ya sabe de lo que se habla. Si en su cerrilidad suicida, el títere Puigdemont no reflexiona sobre estos apuntes de tragedia financiera irreparable, es que ya ha perdido la razón o bien algo le queda pero sus carceleros de la CUP no le permiten recobrarla.

Sea como sea, esta locura que ya no tiene ni siquiera los apoyos exteriores que los golpistas han comprado con el dinero que no les pertenece, puede acabar con unos cuantos de ellos en la cárcel. Y no va a pasar absolutamente nada.

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