Opinión

Los años 60

Los años sesenta vuelven a estar de moda para desgracia de los que los vivimos de primera mano. Para que los jóvenes se hagan una idea de por dónde pillan, aclararé que están a medio camino entre la batalla de Guadalete en el 711 tras la que el derrotado rey Rodrigo vagó completamente gilipollas por un espadazo moro en la cabeza hasta dar en los brazos de un anacoreta que le impuso de penitencia yacer vivo en un sepulcro en compañía de una bicha que comenzó a devorarlo por donde más hubo pecado, y la muerte del general Franco, al que según otra leyenda, el bandido de su yerno Cristóbal Martínez Bordiú le tiró un carrete agonizando para vendérselo a varias publicaciones del extranjero aprovechando su condición de cardiólogo de cámara del dictador. Dicen que en aquellos últimos días, Martínez Bordiú desenfundó una pistola y se lió a tiros con un mojón al grito de “aquí no se mueve ni Dios”, cuando le preguntaron  en un ojeo qué pasaría cuando Paco se muriera.

El caso es que los años 60 digo, fueron tremendos, y solo los endulzó la generación de músicos aficionados sin la más mínima preparación pero con mucho entusiasmo que comenzó a brotar como setas al sol en aquella tétrica oscuridad que se vivió en una España filmada en blanco y negro cuyas víctimas fuimos todos, especialmente las chicas y chicos que llevábamos aquellos pelos.

Los malditos programas que la televisión pública ha ideado para seguir tirando de la teta de “Operación Triunfo”, se han empeñado en elegir la mejor canción pop de la nuestra historia, y un día a la semana lleva ante las cámaras una década con lo que sus guionistas suponen constituye la esencia musical del periodo. Para cantar cada uno de esos números ha tirado de las voces que formó en la llamada “academia” y yo he tenido el cuajo de asomarme a la pantalla para ver en qué acababan las que a mí me gustan,  sobre todo los 60. 

Nunca lo hiciera, porque he asistido al impío descuartizamiento sin contemplaciones ni vergüenza de clásicos que uno lleva en el corazón. Canciones de los Brincos, los Pasos y los Bravos en esa época, o los Secretos, Nacha Pop o Mecano de la siguiente, masacradas impunemente por esas voces de alaridos y excesos que los llamados “profesores” han preparado para la ocasión. Qué habremos hecho nosotros Señor, para merecer esto.

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