Opinión

Los artistas invitados

En este marasmo de disparates, contradicciones, trampas, incongruencias e infidelidades que el independentismo catalán ha puesto a recaudo para firmar una de las crisis políticas más profundas de la España democrática –posiblemente la de mayor calado tras el intento de Golpe del 23-F- se han dado cita todo tipo de personajes y toda clase de declaraciones por más disparatadas que sean.

En mi opinión y fuera del redil exclusivamente guardado para los miembros del Ejecutivo catalán y sus cortes, tres se llevan la palma. Una es la que ha protagonizado Podemos con su líder Pablo Iglesias al frente cuyo descabellado contenido no ha dejado de sorprender a una mayoría de sus conciudadanos algunos de los cuáles  le guardaban una cierta fidelidad hasta que le han escuchado analizar los sucesos que se ha producido este fin de semana y cuyo estrambote lo constituye la interpretación que este sujeto ha hecho del discurso del Rey. Deseo fervientemente que la postura adoptada por el líder y su partido pasen factura en las próximas urnas y coloquen a Podemos en el lugar que le corresponde ocupar a un líder que ha hecho de la deslealtad el motivo supremo de su comportamiento político.

El otro es, naturalmente, Gerard Piqué que no es capaz de conformarse y cuando sus compañeros le echan una mano y le ruegan que, en justa reciprocidad, mantenga un respetuoso silencio y no le eche gasolina a la hoguera, se pone manos a la obra y se lía a enviar trinos de fuerte contenido crítico desde las propias instalaciones de la Real Federación Española en su domicilio de Las Rozas. Piqué elige comparecer él solo ante los periodistas para expresarse, como es su costumbre, en clave de parábola. Afirma una cosa y la contraria, se niega a sí mismo, se manifiesta dentro y fuera y sobre todo, se convierte en seleccionador de sí mismo determinando unilateralmente cuánto tiempo va a seguir formando parte del combinado nacional, cuándo va a decir por su propia iniciativa cómo va a planificar por sí mismo  su presencia en el equipo. No es, por tanto, el seleccionador nacional el que va a tomar esas decisiones sino el propio futbolista. Lopetegui le lleva de oficio.

Queda una tercera pata en el banco de demencias ofrecidas en honor de este monumental lío. El grupo parlamentario del PSOE ha firmado una propuesta para que la Cámara repruebe a la vicepresidenta del Gobierno ante el asombro y la indignación de un amplio grupo de socialistas que se han quedado de piedra ante semejante iniciativa. Hasta el lunes en el que Puigdemont declara el estado independiente hay tiempo suficiente para otras locuras por el estilo.

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