Opinión

La moda del biopic

Los llamados biopics o biografías filmadas de personajes famosos, tiene dos vertientes frecuentemente opuestas. Por un lado contribuyen a ofrecer conocimiento mayoritario de vidas y obras de relevancia. Y por el otro, suelen cometer errores de bulto que oscilan entre la excesiva mitificación de la verdadera historia y los errores únicamente achacables al puro desconocimiento. En algunos casos, ambas situaciones vienen tomadas de la mano.

La biografía filmada que ocupa las pequeñas pantallas estos días se inspira en una novela de la periodista Nieves Herrero y cuenta el secreto romance que mantuvieron Ramón Serrano Suñer, uno de los personajes más sobresalientes de la posguerra franquista, y la mujer más bella y elegante de la época, un impresionante dama de la alta sociedad madrileña llamada Sonsoles Icaza. Serrano Suñer era el marido de una hermana de Carmen Polo esposa de Franco mientras Sonsoles Icaza estaba casada con un militar y destacada referencia de la clase dirigente llamado Francisco Diez de Rivera, que era además marqués de Llanzol. La rocambolesca relación ofrece material abundante para el asombro. Baste decir que de ella nació una niña llamada Carmen que, andando el tiempo, fue jefa de gabinete del presidente Suárez, mujer de extraordinario valor y musa de la transición. De un atractivo irresistible, Carmen se quedó soltera sin embargo por propia voluntad pues para colmo de males y casi adolescente se enamoró perdidamente de un hijo de Serrano Suñer, su amor fue correspondido y ambos decidieron casarse. De hecho fue el confesor de la familia quien tuvo que advertir a los novios que eran en realidad hermanos de padre. Carmen huyó desesperada del país y se refugió en las misiones seglares en África.

Conocí personalmente a Ramón Serrano Suñer que solía tomar el café en un barcito cercano a mi casa. Era bajito, tirado a rubiales y con los ojos claros. Es decir, todo lo contrario al actor Rubén Cortada que lo incorpora en esta desastrosa versión de una historia profunda y dramática que hubiera merecido mejor trato. Pensar que Blanca Suárez puede equipararse en algo a la duquesa de Llanzol es otro disparate propio de quienes se ponen a hacer películas basadas en hechos y personajes reales sin tener ni noción aproximada de ellos. Si yo fuera descendiente de ambos me temblarían las piernas.

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