Opinión

Otro foco

La atención, fija en el foco del drama, se sitúa en Andalucía donde últimamente se sitúan muchas cosas. Desgraciadamente, en este caso, la actualidad no está marcada por el escenario político que había acaparado las miradas de la mayor parte de los opinantes en este tenso y expresivo principio de año. Y es que, especialmente desde que Vox irrumpió en la cuestión y descolocó con carácter histórico el panorama parlamentario de una comunidad cuarenta años en manos del PSOE, el debate se ha afilado como el estoque de un torero y la lengua de una tonadillera –ambos personajes tan juntos siempre, con tanto sentimiento y tanto tono dramático- marcando nuevos tiempos para una tierra que en el aspecto político cambia de manos.

Para honda desventura, la veta de actualidad que está ofreciendo lo que para la copla se resume como tierra de María Santísima que pilla según se cruza Despeñaperros hacia abajo, se ha desplazado y todo el mundo ha dejado para otro día a Moreno Bonilla y su cita con el destino, a Susana Díaz y su complicado porvenir, a Abascal y su amenaza latente, y a esas sesiones de investidura del nuevo presidente que convertirán en pasado los cuarenta años de dominio socialista que han sido capaces de construir un cortijo desde Bailén a la punta de Tarifa que ha dado para todos y para todo.
Todo se ha quedado pequeño y banal si lo comparamos con ese niño malagueño que se cayó por un agujero que baja casi cien metros a las entrañas de la tierra y que expertos locales y llegados de otras partes tratan de localizar para salvarle la vida aunque un desenlace feliz en esta tremenda tragedia está cada día más lejos.

Tiempo habrá cuando se produzca la solución de esta terrible calamidad, de tramitar un repaso al protocolo de responsabilidades, pero no habrá más remedio que hacerlo cuando lo que más se necesita –el hallazgo de Julen en las condiciones en las que se encuentre- se haya llevado a cabo. Pero necesario será sin duda hacerlo porque estos hechos nefastos no deberían en absoluto producirse y cuesta creer que existan condiciones tan disparatadas como para que exista un pozo abierto que se trague a un niño de dos años. Quien lo perforó asegura que estaba sellado y alguien lo ha abierto. Por ejemplo.

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