Opinión

Pan para hoy y ya veremos mañana

El camino abierto hacia unas terceras elecciones que cada vez se aparece más firme en el horizonte, estabiliza paradójicamente un escenario pródigo en dudas que los columnistas estiran cada día a la búsqueda y procura de temario con el que asombrar a sus lectores. En estas condiciones, apenas queda ya resquicio a otra cosa que dar vueltas a cada propio molino como el burro que camina en círculos atado al palo de la noria. Se producen detalles que se reciben en las redacciones como agua sobre el desierto de Atacama, y se especula sobre cuestiones que algún día fueron menores y que se magnifican para que no falte un mendrugo de pan informativo que llevarse a la boca de la opinión mediática.

La bronca de Errejón e Iglesias por el control del partido escenificada en las redes sociales como corresponde a dos políticos de nueva generación que han dejado de ser vírgenes y están ya dispuestos a salir al campo con manta y navaja, la propuesta de Sánchez para volver a involucrar en sus delirios de grandeza a las socorridas bases que le salven el trasero por enésima vez, el pensamiento de los populares que ha viajado a Galicia y a Euskadi como última esperanza aguardando a que el secretario general de los socialistas se atice la madre de todos los batacazos en ambas consultas electorales y le degüellen en Ferraz… En definitiva, historias de relativa trascendencia en un ámbito congelado por las elecciones del domingo. Hay, repito, quienes suponen que sus resultados van a cambiar por completo el panorama. Particularmente sospecho que no van a cambiar nada. Entre medias de este sintético panorama se ha colado una rueda traidora que a punto ha estado de darle un disgusto al honorable Puigdemont. Es posible que sea una rueda secretamente manipulada por agentes de Madrid pero aún es pronto para extraer conclusiones.

Por eso hay que dejar a los políticos recorriendo rutas de Mondragón a Bermeo y de Porto do Son a O Porriño y abalanzarse sobre la verdadera crisis de la semana. Brad Pitt y Angelina Jolie se han dejado y eso son palabras mayores porque se quiebra una de las sociedades más productivas y representativas del universo social más deslumbrante y guapo. ¿Y ahora qué?, dirán algunos. Pues nada. Los Beckham toman el relevo y se acabó la vaina.

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