Opinión

El Papa diplomático

Hemos ido sabiendo que el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana se ha servido de un aliado de excepción que es el Papa Francisco, cuya tarea en la sombra dicen que ha sido crucial para lograr este histórico objetivo. El Papa es un personaje singular tan generoso y honrado que pretendía pasar desapercibido en este proceso, cediendo todos los honores de la fama a los representantes políticos. Por fortuna hay secretos que no puede guardarse mucho tiempo y que, además, se determinan solos. Para un tipo que es capaz de conseguir que San Lorenzo se salve un año del descenso y al siguiente gane la Liga de su país, el restablecimiento de relaciones entre Cuba y los Estados Unidos es como jugar al parchís. Hoy, los “cuervos” de Almagro, que cuentan entre sus seguidores a personajes tan emblemáticos como el mencionado Papa Bergoglio o el actor Viggo Mortensen, se medirán al Madrid y espero que esta vez la habilidad del Pontífice para hacer milagros no se manifieste en toda su plenipotencia y que haya gastado su cuota de divinidad anual en conseguir que Obama y los Castro se entiendan. Para empezar y para demostrar que aún le queda munición, ya ha logrado que cambien el árbitro.

Pero aunque el Madrid le gane a su equipo que seguro será complicado, el prestigio de este hombre tan singular estoy convencido de que va a permanecer intacto porque se lo ha ganado a pulso en un mundo hostil e infestado de cocodrilos y tiburones con americana y corbata para los que la bondad más que un atributo es un lastre.

Bergoglio está imponiendo un estilo de vida y de comportamiento ético que debería ser el imperante pero que, desgraciadamente, suena muy raro. Probablemente gracias a él, las miserias de una institución milenaria tejida en torno a un misterio divino y desbordada por la pesadumbre de su condición humana, ha terminado aflorando a pesar de los esfuerzos de muchos de sus dirigentes por esconder unos comportamientos a los que hay que otorgar un tratamiento que no tiene nada que ver con las reglas con las que la Iglesia propone para combatir el pecadom sino con los tribunales de justicia porque lo que se dirime es simplemente la comisión de un delito con independencia de que su autor puede ser también excomulgado.

Te puede interesar