Opinión

Una película de chinos

Dolores de Cospedal ha estado en los estudios de la televisión pública para tratar de paliar el tenebroso impacto que las andanzas fiscales de Rodrigo Rato han podido causarle a su partido ahora que parecía asomar la cabeza amparado en la bondad de su macroeconomía.

Rato le ha hecho un cuantioso daño al PP, agravado por el tratamiento que le ha otorgado al caso el ministerio de Hacienda, que incluso ha mandado en pos del otrora vicepresidente a los lebreles de la Agencia Tributaria ejerciendo de policial judicial y deteniéndole con paseo incluido por la vía pública e ingreso en el coche con la mano de uno de los agentes del fisco dispuesta detrás de la nuca como se suele hacer con los que van esposados para evitar que se despisten y se den en la cabeza con el marco de la puerta.

A estas horas yo no sé qué pintan en esta labor los de la Agencia Tributaria y desconozco también si Rato ha sido detenido. Si lo ha sido, ha sido puesto en libertad inmediatamente, y el procedimiento judicial tiene más zonas vidriosas que una película de chinos.

Cospedal ha echado mano de un argumento palmario pero riguroso en este desesperado intento de atemperar los daños colaterales. No por el hecho de un mal comportamiento en su vida particular se puede despreciar la gestión pública de un ministro. Y para ello, ha dispuesto de un ejemplo que con él guarda cierto paralelismo.

El de Juan Fernando López Aguilar, impulsor de la ley contra el Maltrato de Género, involucrado a estas horas en un caso de maltrato doméstico en la persona de su mujer como secuela de un doloroso proceso de divorcio. Cospedal, que comete errores insistentes en sus comparecencias públicas, tenía en este caso bien estudiado el argumento.

Es evidente que la legislación que López Aguilar ayudó a imponer es buena y su gestión lo fue a su vez en el ministerio de Justicia. Con independencia del comportamiento posterior del titular de la cartera y ahora diputado del PSOE en el Parlamento Europeo. Cospedal añadió que en el caso de que se demostrara que el eurodiputado canario es culpable de los delitos por los que puede ser imputado, tal circunstancia no convertiría automáticamente en maltratadores a todos los varones adscritos al partido socialista lo cuál es cierto. Nunca hacemos las cosas bien. En eso no tenemos arreglo.

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