Opinión

El puesto de trabajo

Ayer hace exactamente dos años que entregó su alma el comandante Chaves y un par de días después, concretamente pasado mañana, se le apareció a su sucesor aquel pajarito mañanero que no era otra cosa que el propio comandante reencarnado que le hizo partícipe de una serie de consejos destinados a facilitarle el trabajo de la sucesión. A juzgar por los resultados obtenidos por su sucesor en su tarea de gobernar el país que Chaves le dejó en prenda no cabe duda de que el actual presidente, el licenciado Maduro, al ausente nos lo ha hecho bueno.

Dos años han bastado para que Venezuela se convierta en el país más peligroso de la tierra con unos índices de criminalidad estremecedores. En Venezuela muere más gente al año que en Irak y esa situación de conflicto interno se produce con el telón de fondo de una crisis económica cada vez más grave hasta el punto de que ya no queda ni papel higiénico, y una crisis política alarmante que Maduro ha resuelto metiendo en la cárcel a los opositores del régimen, sacando el ejército a la calle para dominar las revueltas de descontentos, y culpando al resto del mundo de planear complots para derribarle.

Hace unos días, a un empresario español de notable éxito le preguntaban en una rueda de prensa qué sería de su empresa el día que él faltara. La respuesta fue fulminante pero también fulgurante y honesta. Dijo que la herencia se traspasa pero el puesto de trabajo no. Desgraciadamente para un país como Venezuela, la posibilidad de recoger la herencia dejada por Chaves es lícita y a lo mejor puede resultar un buen método. Personalmente no lo creo, pero la población de Venezuela es soberana para elegir sus sistemas. Lo que no sae puede asegurar es el puesto de trabajo y Madura ha resultado un fiasco que ha esquilmado por completo una nación en un tiempo récord. Al fin y al cabo, Maduro es un sindicalista que se ganaba la vida conduciendo un autobús con una formación ínfima. Y eso llega para conducir una guagua pero no un estado. Ni aquí ni en Venezuela ni en ningún lado. La prueba es esta tragedia que puede acabar en un conflicto todavía más serio.

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