Opinión

Rafa Nadal... y los demás

Si este país nuestro con su desastrosa clase política que carga a las espalda un saco de miserias –Rufián insultando y guiñando el ojo a una vicepresidenta de comisión que le respondió tratándole de imbécil, una ministra de Justicia que miente más que habla y se codea con lo más granado de las sentinas del Estado, un presidente que se niega a explicar sus turbios doctorados en sede parlamentaria, dos antiguos poderosos vicepresidentes a punto de ingresar en el trullo, una tropa andaluza que se gastó fortunas en prostitutas y locales de alterne, y algunas lindezas más- no tuviera a Rafa Nadal, tendría que inventárselo para poder encontrar un espejo donde mirarnos y un motivo bastante para  ponernos en el camino de expiación necesario para recuperar los valores lamentablemente perdidos o incluso ultrajados que es más grave aún.

Hay dos Españas y dos sentimientos. Los que están mostrando para nuestra inconsolable desgracia esos políticos de palo que solo se dejan guiar por su feroz apetito de poder, sus propias vergüenzas, sus ansias personales, sus afanes infinitos de notoriedad, sus avaricias y su deshonor, y luego está Rafa Nadal, arremangado, vestido con un mono, calzado con botas de agua, llevando en la manos un cepillo, pringado de barro hasta las cejas, arrimando el hombro y compartiendo su enorme corazón con la gente de su tierra que llora a sus muertos, junta lo poco que ha dejado la riada y trata de recuperar la existencia. A ellos ha abierto además de par en par las puertas de su casa como refugio y sustento. Rafa Nadal no es un político con escaño en el Parlamento ni silla en el consejo de Ministros. Menos mal. Es una personalidad noble, fuerte, sensible y brillante de la que todos nos debemos sentir orgullosos. El diario “The Times” abría ayer su primera página con el número uno del tenis mundial con lodo por los tobillos arrimando el hombro como cientos de voluntarios que trataban de ayudar a aquellos a los que el temporal ha arruinado la vida.

Rafa Nadal sí que es de verdad Serio, modesto, afectuoso, sensible, sensato, cariñoso, generoso, comprometido, eficiente, ejemplar… nos llena de orgullo y por fortuna nos disuade de ponernos en lo peor y pensar que esto se va irremediablemente  a la mierda en manos de una caterva.

Gracias Rafa. No te merecemos.

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