Opinión

Lo real y lo imaginario

Rebuscando entre las páginas de viejos relatos del Lejano Oeste encuentro algunos de los apuntes del natural que retrataron tal y como era en realidad la mítica figura de uno de sus más famosos pioneros, el indomable Kit Carson que ofreció inspiración abundante a relatos y películas glosando su imponente figura de explorador valeroso en inhóspitos territorios y caballista incansable de las eternas praderas entre indios, bisontes y bandoleros. Como suele ocurrir en estos casos, el paso del tiempo y la necesidad de otorgar aires épicos a las gestas de la frontera labraron la figura idealizada de un auténtico héroe al que el general Sherman –futuro referente de la victoria de las tropas federales en la Guerra de Secesión- conoció en 1847 y se quedó helado.

El militar, que era bravo y pequeño de estatura, esperaba encontrarse a un tipo de más de un metro noventa como correspondía a un explorador de las Montañas Rocosas que había peleado con bestias salvajes y se había enfrentado a las tribus indias de la pradera: “No puedo expresar mi sorpresa –cuenta en sus memorias- cuando me encontré ante un hombre bajito y cargado de espaldas, de cabello ralo y pelirrojo, con el rostro lleno de pecas y los ojos azules pálidos y tristones. Nada en él hacía presagiar su coraje, hablaba en voz queda y respondía a mis preguntas con monosílabos”.

Otro de los testimonios, el del teniente coronel Brewerton, es aún más crudo: “El Carson de mi imaginación era un hércules de más de metro noventa de estatura, espesa barba y la voz como el rugido de un león. El que yo conocí era un hombrecito de estatura inferior a la media, pelo rizoso y marrón claro, sin apenas barba y voz aflautada y suave como la de una mujer. De hecho, el héroe de cien encuentros al límite cuya vida había trascurrido en territorios salvajes en los que era el primer hombre blanco visto, era uno de los caballeros de la Orden de las Damas de la Naturaleza”.

Dice un antiguo refrán relacionado con la radio: “Si la voz de la locutora te enamora nunca te pases por la emisora”. Por fortuna, esta sección lleva mi fotografía. Para evitar sorpresas ulteriores. Vale más lo malo conocido…

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