Opinión

Resultados agridulces

Los resultados en las elecciones de Alemania  han producido en todo el continente un sabor agridulce y una necesaria invitación a pensárselo. Si bien el triunfo de la jefa inalterable del CDU estaba cantado y todas las encuestas pronosticaban el batacazo de Schultz como efectivamente se ha producido, la irrupción de la derecha euro escéptica y ultramontana ha sembrado el desasosiego no solo en el propio país que le ha otorgado el 13 % de los votos y una presencia en el Parlamento probablemente de noventa escaños, sino en el resto de los países miembros. algunos de los cuales ya cuentan con esa presencia en sus respectivas cámaras. Lo sabe bien la Asamblea francesa y Marie Le Pen ha sido la primera en felicitar a sus colegas alemanes. Sospecho que Trump ya ha mandado su telegrama.

Los españoles sabemos poco de las distribuciones políticas de los países que conforman la Unión Europea y nuestra cultura europea en esta materia es muy limitada, pero no hace falta dominar a fondo la actualidad ni saber más que rudimentos de la vida parlamentaria de los alemanes para comprender que esta significativa presencia de los ultra conservadores propicia un rastro de preocupación que insiste además en recuerdos y posiciones que estimábamos olvidados. El partido que se conoce por las siglas AfD -que significan Alternativa por Alemania- es una coalición xenófoba, nacionalista a ultranza y bunquerizada que no tiene más remedio que producir alarma. El pasado nazi del país hacía prácticamente imposible que diputados de ultraderecha se sentaran en el Bundestag pero estos argumentos de contención que han funcionado durante años en esta consulta se han quebrado. Merkel gana pero su coalición electoral con la democracia cristiana pierde votos, el SPD obtiene su peor resultado en mucho tiempo, y un partido de corte radical-conservador aparece en sede parlamentaria por primera vez desde hace setenta años. Las cosas como son, los resultados alemanes no son para estar tranquilo teniendo en cuenta que en el mundo están apareciendo esos brotes cada dos por tres y no inspiran precisamente serenidad y confianza. La solución depende por tanto de los propios órganos comunitarios cuyos errores han ido permitiendo el crecimiento de estas actitudes que ya están arraigadas, que tienen representación potente y que ponen los pelos como escarpias.

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