Opinión

La teoría de la pinza

Pedro Sánchez, político de nuevo cuño y gran esperanza blanca de un PSOE en los peores momentos de su ya larga y por momentos y episodios fructífera existencia de casi siglo y medio, ha sentado plaza ante el Comité Federal de su partido para dar a conocer el ideario que desea implantar a partir de este otoño tan importante para él y para los suyos. Como paso previo ha ratificado su decisión de presentarse a las primarias que elegirán al candidato para las elecciones presidenciales del año siguiente, y como catecismo acaba de desenterrar un concepto que parecía ya olvidado desde los tiempos de Felipe González demostrando que la historia está hecha de ciclos y que nada nuevo hay bajo el sol. El concepto rescatado y perdido durante casi veinte años en las despensas de la teoría política es el de la pinza, aquella que denunció González en su momento cuando sospechó que entre el PP y los comunistas de Anguita se había construido una tenaza para trincarlos en medio y descabezarlos, una situación que pudo producirse o que al menos a González le pareció que se producía y con las probablemente a día de hoy todavía sueña.

Sánchez ha resucitado aquellos temores sin dar nombres, denunciando el tácito acuerdo entre la derecha y la izquierda para restar fuerzas a los suyos. Cualquier entendedor con memoria y una cierta capacidad de análisis advierte la velada denuncia a Podemos en este discurso del novel secretario general socialista al que hora es de solicitarle un paso al frente y una declaración más fina y menos tópica. Tiene buena planta, buena voz, buena preparación y buenas intenciones pero necesita consolidarse y plasmar sus teorías en una oferta más real que le permita a su partido tomar tierra.

Hace pocos días, un comentarista político de cierto nivel y veteranía contrastada, manifestaba en una de esas interminables tertulias que a menudo se dan cita en televisión, que si bien el PP ha abusado mucho de las menciones a la herencia recibida y la incompetencia de Zapatero que la hizo posible, la verdadera víctima del anterior presidente del Gobierno no es otro que su propio partido, el PSOE enfrentado y fundido que dejó en el camino y que recoge ahora este joven de buena fachada pero condenado a una durísima empresa cuya resolución no parece aún próxima. La herida sigue abierta.

Te puede interesar