Opinión

Un país a tiro limpio

La hasta el momento última matanza perpetrada por un estudiante enloquecido en las aulas del instituto que le expulso en su día, reaviva la eterna polémica sobre la impunidad con la que los Estados Unidos aplica la tenencia de armas de fuego en su territorio, una historia de ida y vuelta que sube a la superficie cada vez que se produce un suceso de esta naturaleza.

La frecuencia con la que se están sucediendo debería ser razón suficiente para que los legisladores estadounidenses pusieran drásticamente coto a esta práctica pero o no pueden o no quieren. Ir a clase en este país es -a lo que se desprende de los múltiples episodios de tiroteos indiscriminados con cientos de víctimas ocurridos en colegios y universidades- un vale al portador para que te peguen un tiro, pero eso no parece ser  argumento suficiente para aplicar un régimen de severidad inmediato a la venta de armamento. Lo que uno conoce desde Europa es que resulta más fácil en Estados Unidos adquirir un fusil de asalto  con su correspondiente munición que una botella de vino, y que cualquiera puede ir armado en él. He visto fotografías en las que toda la familia se retrata con su correspondiente armería y hasta el más pequeño de la familia posa ufano para la cámara blandiendo en cada mano un colt 45. Como no entiendo nada de armas no soy capaz de determinar los instrumentos que cada cual manifiesta pero da la impresión de que todos disfrutan mucho con una artillería acomodada a sus exigencias, sexo, edad, vigor y puntería. Yo no he disparado un arma en toda mi vida y espero seguir manteniendo esta costumbre.

Estados Unidos es un país que, con el debido respeto, se ha hecho a tiro limpio y esa es una materia que admite poca controversia. Una extensión de terreno tan formidable que a principios del siglo XIX tenía su población prácticamente concentrada en los territorios más próximos al Atlántico, desarrolló la conquista de su propia tierra corriendo la frontera por paisajes inhóspitos hasta ganar la costa contraria abriéndose paso a tiro limpio. Es por tanto un país de aluvión, densamente poblado, con cinco husos horarios diferentes y cuajado de profundos desequilibrios sociales, económicos y políticos. Un país de contrastes, de costumbres extremas y en general, muy violento en el que las armas de fuego forman parte de su carácter y están arraigadas  en lo más profundo de su código de comportamientos. Para nosotros los europeos esto es una aberración. Para ellos es un credo. Así que, seguirán matándose cada dos por tres defendiendo su libertad de liarse a tiros.

Te puede interesar