Opinión

Vive deportivamente

Respondiendo a esa tendencia endogámica que caracteriza a los nacionalismos vengan de donde vengan, el prófugo Puigdemont ha nombrado sucesor, depositando su magnificencia en un sujeto llamado Joaquím Torra, de probada fidelidad a la causa y perfil medio bajo, cuya biografía colgada en la red proclama que es un leal servidor y que no destaca exactamente por nada, espléndida virtud para recibir el encargo de presidir el Gobierno catalán con devota fidelidad y reverencia suma a la autoridad que le manda.

Según estas notas esparcidas por el éter, Quim Torra estudió Derecho, entró a trabajar en Winterthur, se tiró once años en Suiza, y volvió dispuesto a crear una editorial especializada en textos sobre la Cataluña de la independencia y sus hechos históricos y culturales, con la que, a base de ayudas administrativas y cuantiosos subsidios recibidos en dinero público,  no solo ha subsistido sino que se ha labrado una modesta pero suficiente y eficiente carrera política, llegando a presidir además la sociedad llamada Omnuim.

Omnium es una de esas falacias soberanistas convenientemente maquillada, en la que la clase política con mayoría parlamentaria se ha apoyado pagándola eso sí a un precio conveniente, y Torra se ha hecho el hombre un apaño defendiendo desde allí la causa y cobrando los servicios en forma de subvenciones, donativos, cargos públicos, escaños y otras fórmulas aplicadas al caso. Listo no será, pero es muy aplicado, se fija mucho, es muy doméstico y nunca va a protestar porque es un entusiasta. Por lo tanto, será investido en segunda nuevo presidente para que Puigdemont siga manejando los hilos desde la diáspora. Un periódico nacional lo ha calificado de “títere” pero en un circo como aquel en el que se ha convertido la política catalana de un tiempo a esta parte, los títeres y los titiriteros tienen un encaje especial. También las fieras, los equilibristas y los payasos.

La designación a dedo desde Bruselas o donde quiera que esté Puigdemont de este pardillo -yo ahora mismo no tengo ni idea de dónde reside, pero espero que sí lo sepa el ministro del Interior- no parece la mejor noticia para suponer que el interminable culebrón va a parar aquí. El pleno de investidura se saldará a la trágala, y habrá fumata blanca aunque el elegido sea un personaje sin el menor interés, al que se señala para que cumpla las órdenes establecidas, mantenga la llama independentista, y se ahuyente la peligrosa frontera de una nuevas elecciones autonómicas que el separatismo incluso podría perder.Elegido presidente, el 155 deja de estar en vigor. Vamos a ver lo que tarda en regir de nuevo.

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