Opinión

Blues de Navidad frente a la chimenea

La magia de las grandes canciones tiene muchos puntos en común con la misma magia que crean, o pueden crear, las grandes obras de la literatura universal o los poemas que pasan a la historia como inspiraciones irrepetibles. En gran medida, esa magia tiene mucho que ver con la capacidad de crear o recrear escenarios, ambientes, atmósferas o situaciones que bien se hayan vivido o no, se revivien, se sienten y se respiran cuando esa canción vuelve a ser escuchada. 

La escena bien podría desarrollarse en una de esas mansiones de milistares que prestaron servicio durante años en las colonias en la campiña británica, o en uno de nuestros más familiares pazos gallegos, en una masía catalana o en un Chateaux francés. Una gris, lluviosa y quizá triste tarde del día de Navidad, con dos viejos amigos apurando unas copas de reconfortante coñac sentados frente al crepitante fuego de una chimenea con unos leños ardiendo, recordando viejas historias y disfrutando de esas confidencias que solo la amistad más profunda suscita, en especial cuando el blues inunda de música la estancia y pone a flor de piel las emociones. Una experiencia que dejará una profunda huella en el recuerdo de sus protagonistas. 

Una escena que bien podría plasmarse en un lienzo, narrarse en las páginas de una novela o como es el caso, vivirse cuando se escucha una canción. Esta canción, para ser más exactos. “Una copa por un viejo amigo” es la canción, grabada a comienzos de 1987 para el álbum 'El Mensaje del Mago' de una de las formaciones más veteranas, respetadas y legendarias del rock español, aún cuando nunca hayan gozado del apoyo mediático que su calidad, su creatividad y su imaginación merecerían. Esa formación, todavía en activo se llama Ñu, su cantante, compositor, fundador y flautista es Jose Carlos Molina, en cuyas primeras formaciones a mediados de los 70 se fogueó y adquirió las tablas que tiene un músico de la categoría de Rosendo Mercado, figura icónica del rock urbano. 

Tanto en la radio, como en otros medios en los que colaboro, en días como hoy siempre me piden alguna canción, algún recuerdo, alguna anécdota que tenga que ver con la Navidad. No son muchas las que existen y muchas de ellas no son sino villancicos tradicionales llevados al terreno del rock con más o menos acierto según los casos. “Una copa por un viejo amigo” no es una canción navideña, pero con toda seguridad refleja con mucha más sinceridad y mucha más cercanía esos sentimientos encontrados que pareciera que se hacen más evidentes en los días de navidad. 

Cita histórica en madrid
Considero oportuno referirme a esta canción hoy no solamente por lo que significa en un dia de Nochebuena, sino porque el próximo mes de febrero Ñu serán protagonistas de un histórico concierto en Madrid que será el telón de fondo de la celebración del 45 aniversario de la formación del grupo en 1973. Invitados de prestigio en la escena musical española, un largo y muy bien escogido recorrido por toda su carrera en el rock con muchas de las canciones que les han hecho grandes -desde “Una copa...” a “Más duro que nunca” pasando por “El Flautista” o “No hay ningún loco”- y una fiesta para poner en valor toda la inestimable aportación de Ñu al rock español en estos 45 años. 
En todo este tiempo, la lista de músicos que en alguno u otro momento han pasado por Ñu personalmente creo que ni siquiera el propio Jose Carlos Molina podría hacer. Ha sido toda una escuela de rock tanto para quienes han pasado por sus filas como para quienes han sido simplemente oyentes y/o seguidores de este singular grupo, nacido y crecido en plena explosión del rock duro madrileño o como se decía en aquellos años, en el underground, o castellanizando el término, en el rollo. El hecho de que Molina fuera flautista y obviamente, su flauta le diera un acusado toque folk rock a sus canciones siempre llevó a que Ñu fueran comparados con Jethro Tull, aún cuando la influencia más básica del grupo, según afirmaba su propio líder del grupo, estaba más cerca de Black Sabbath y Deep Purple que de los ecos bucólicos y campestres del combo liderado por Ian Anderson. Incluso, y aunque su estética no tenga nada que ver, la actitud y alguna de las leyendas urbanas -algunas no tan legendarias- que se cuentan acerca de Ñu no les sitúan nada lejos del punk rock. Pocos cantantes he visto capaces de parar un concierto, bajarse del escenario y echar a puntapiés al clásico gamba que se dedica a molestar, interrumpir o crear mal ambiente en una actuación.

El 17 de febrero será el día en el que Ñu reciban a todos sus seguidores en una gran fiesta que confío sea un emotivo y sincero homenaje del rock español de ayer, de hoy y de mañana a esta magnífica banda. Los Ñu de hoy, de 2017, han demostrado sobradamente que están en un excelente momento de forma conciertos tan potentes e intensos como los que celebraron en el festival Rocktiembre en la madrileña plaza de las ventas o en el Rockfest de Barcelona, donde demostraron que están a la altura de muchos de los más grandes del heavy metal internacional, y que a pesar de que con anterioridad a estos conciertos no se habían prodigado mucho en directo, ya se sabe... el que tuvo, retuvo. 

Rock y blues hecho con sentimiento y originalidad, paisajes evocadores de una memoria teñida de nostalgia -que no de melancolía- de la amistad perdida y que recomiendo muy especialmente escuchar, degustar y disfrutar en la Nochebuena y la Navidad. Si ya cansa un poco lo de todos los años, es decir Bruce Springsteen haciendo el “Santa Claus Is Coming To Town” o el “Merry Xmas” de John Lennon, me atrevo a apostar a que quienes sientan tras leer este artículo curiosidad por acercarse a la banda y conocer ese universo musical con nombre de animal salvaje africano, descubrirán primero una gran canción, y después, a un grupo que ha merecido al menos comercialmente hablado, mucha mejor suerte de la que ha disfrutado. 

Brindis a los amigos
Esta noche todos levantaremos nuestras copas por algo o por alguien, y con toda seguridad, muchos brindaremos por algún amigo ausente, o con quien no debimos romper ni discutir. O tal vez por un amigo que ya no volverá a encontrarse con nosotros hasta que nos llegue la hora de dejar este mundo. Yo desde luego lo haré, y mi banda sonora navideña será esa mítica canción que narraba aquella historia de un curioso día de Navidad, de dos amigos combatiendo una fingida soledad ebrios de las copas y borrachos de libertad. ¿Qué tal si ustedes también prueban?
Feliz noche a todos y mucha música.

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