Opinión

Cremas hidratantes

Puede parecer mentira pero no lo es. Así que tenga usted cuidado al comprar esas cremas hidratantes con las que a pesar de ser blandas se bombardea al mundo femenino constantemente, por aquello de que esté cada día más guapo y sobre todo más joven. Aunque los años no dejan de pasar y dejan inclementes el rastro de sus pisadas y su peso. Todos los días salen nuevos milagros “quitaarrugas”, “pieltersa”, “adoslecenciaalpunto”. Todos los días salen señoras muy guapas a quienes las cremas que anuncian no les han quitado las arrugas sino una media gruesa delante de la cámara o el fhotoshop y dice con la mejor sonrisa que ésta que usa ella (por eso está tan bella), es la definitiva. Así hay un mercado infinito de cremas definitivas en el que elegir según el engatusamiento publicitario. 

Sin embargo, estén atentos, según la OCU, casi todas son de calidad similar, aunque eso sí puede haber una diferencia de precio de hasta doscientos euros. Ahí no es nada. En el estudio que presenta la organización de consumidores realizado sobre diecisiete cremas hidratantes, se dice que todas cumplen, pero no hay ninguna mejor que otra. Eso claro, no tiene nada que ver con los precios y las grandes marcas. Ahí está el quid de la cuestión: paga la crema o paga las letritas que la acompañan. Ahí pasa como en todo. No se paga mayormente la calidad sino el marchamo con que se presenta o la firma. Según la OCU, por lo que se paga en algunas ocasiones por un tarro del potingue del análisis elegido, se podrían comprar más de setenta tarros de cremas hidratantes obteniéndose con ellos resultados óptimos. Una señal de nuestro tiempo es que todo es de marca. No hay una prenda de ropa, o un objeto cualquiera, que no lleve una marca de postín, que además de pagarla se lleva encima publicitando la firma. 

El mundo que rodea a la mujer es harto complejo. Tengamos por ejemplo los zapatos. Zapatos imposibles que la destrozan viva. Yo, personalmente, he sido testigo de señoras que entran a los actos con unos tacones de altura máxima, y que cuando se sientan, a escondidillas, se los quitan recatadamente y se ponen un calzado mucho más cómodo. A la salida del mismo vuelven a calzar los tormentos. Los médicos y podólogos se cansan de decir que esos tacones son perjudiciales para la espalda, pero la moda siempre es tirana, y así, tiránicamente manda.

Te puede interesar