Opinión

Cuantas personas en su vida

Querido lector, ¿se ha parado alguna vez en pensar en el número infinito de personas que han tenido un hueco en su vida, por pequeño que éste fuese? Y no hablo de las cercanas, de la familia de la que viene, ni de la que ha creado usted, ni de la que han logrado sus hijos, también suya. Tampoco me refiero a los amigos de que disfruta actualmente, ni a sus compañeros de estudio o de profesión que tiene presentes. Aludo a todos aquellos que pasaron por su existencia y que merecieron su atención para bien o para mal, directa o indirectamente. De todos aquellos que en un momento dado dejaron seña en su devenir, fueran reales o ficticios, que también cuentan, porque le emocionaron y posiblemente influyeron en usted y despertaron su vocación en cuanto al arte, el deporte, la ciencia, la política, la técnica o la épica? ¿Recuerda a aquel compañero de trabajo que se convirtió en su confidente o que descargaba sobre usted el peso de sus problemas? ¿O de aquel que un día le pidió un favor, o usted a él? ¡Cuántos seres guarda en su memoria dormida! Si se interna en sus recuerdos cronológicamente, tal vez emerjan a la superficie y verá cuántas, anónimamente, fueron claves en su vida.

Dicen que entre cualquier dos personas en el mundo, sólo hay 6 grados de separación. Y es que todos los seres humanos están unidos en una especie de red que hace dependientes a los unos de los otros sin que nadie quede atrás. ¿Recuerda a aquellos compañeros de viaje con quienes al final intercambiaron promesas de continuar una relación que pudo convertirse en amistad? Pero, claro, a la vuelta, con el ajetreo cotidiano quedaron en el olvido. ¿Y aquellos otros con los que se hermanó en un lugar cualquiera y cambió palabras en la emoción de un gol futbolístico? ¿Qué sería de todos ellos? Y de tantos otros que se cruzaron y se difuminaron después en su memoria. La historia de los hombres se desarrolla como en un tablero de ajedrez en los que todos figuran y desaparecen, después de hacer su papel, qué queda como un fotograma fijo en el tiempo. Si lo piensa bien, verá que en todo lo que compone su mundo, no quedó nunca un día, una hora, sin que alguien pusiera un dibujo en su tapiz vivencial. Pero aunque usted quisiera, no podría ponerles cara ni nombre, porque como sombras que van y que vienen, se desvanecen en la compleja maraña de la vida.

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