Opinión

Exótico viajero

Nuestro planeta vaga incansable en su órbita entre otros planetas que, como los seres humanos, hacen el mismo rodeo, con la misma referencia y el mismo fin, pero sin tocarse nunca, aunque a veces unos eclipsen a los otros durante un tiempo. Así son los mundos. No obstante, en el cosmos infinito, o finito, existen los choques terribles, la muerte de las estrellas y el nacimiento de nuevas galaxias. Hay diferentes clases de astros y cada uno con sus características especiales. Es el enigma inherente a la vida, a toda la vida. 
Desde aquí, desde el suelo terrestre, siempre se espera algo que venga de fuera. Algo que diga que el ser pensante no está solo, que hay algo más. Se mira hacia arriba en la esperanza de unas coordenadas, frecuencias, señales, que se sepan interpretar como el principio de una posible y extraordinaria comunicación con el exterior. Así sueña la imaginación con encuentros en una tercera fase. Y durante un tiempo, para todos aquellos que creen en posibilidades de otras existencias se abrió una puerta y por ella tal vez se vislumbró una chispa de confianza que asegurase, o por lo menos mantuviese vivas sus expectativas. Y lo que encendió esa chispa fue Oumuamua, asteroide o cometa, de unos cien metros de diámetro según ha publicado la revista Astronomical Journal. Bautizado con el nombre de origen hawaiano Oumuamua, su significado quiere decir “el primero llegado desde lejos”. Y es que, Oumuamua, que al parecer viene desde más allá de nuestro sistema solar, fue descubierto en 2017 mientras vagaba plácidamente por él. El hallazgo despertó la curiosidad de los científicos que nunca habían visto algo parecido no proveniente de nuestro ámbito estelar. Ante ello se multiplicaron las teorías y debates sobre su naturaleza, hasta llegar a la idea de que se tratase de una nave espacial extraterrestre. Aquí las emociones se desbordaron y los corazones latieron a más velocidad. El deseo se cumplía. 

Sin embargo, Oumuamua, ahora se escapa de nuevo hacia otros mundos que no son el nuestro sin permitir averiguar el misterio que guarda en su exótica estructura. Los científicos, y los que esperan, quedan sin saber qué hacía o buscaba visitante tan extraño entre nosotros. Oumuamua, sigue su ruta sin mirar atrás. Nos abandona, y se lleva con él su secreto, lo que ha encontrado y visto. De nuevo la soledad.

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