Opinión

¿Qué las ha traído?

A pesar de todos los avances científicos, por ahora el ser humano sigue siendo un misterio. Y a pesar de todos los progresos, fundamentalmente en medicina y todo lo que rodea a la salud, un mundo en el que se han logrado grandes e importantísimos éxitos como la erradicación de la viruela, por ejemplo, los nuevos tiempos han traído otras muchas otras enfermedades, llamadas del alma. Para curar algunas de ellas existe la farmacopea, y la ciencia, que no cesa nunca de buscar el origen de los males, búsqueda que representa el clavo ardiendo al que se aferra la esperanza. Pero para el remedio de esos otros padecimientos más escondidos en la profundidad del ser, lo que los griegos llamaban psique (alma humana), o en la oscuridad de lo designado hoy como subconsciente, de momento nada se puede hacer con absoluta certeza, porque aún no se han podido desvelar cuales son los lugares en los que radican. 

En ese espacio o espacios, se agazapan enredadas las neurosis obsesivas, las psicosis, la histeria y los síntomas psicosomáticos. Todos esos procesos mentales que no son percibidos conscientemente por el paciente pueden ser determinantes en sus acciones o carácter, y por tanto en todo aquello que les rodea. Algunas de estas enfermedades se manifiestan somatizándose en dolores y otros efectos en todo el cuerpo, cambiando su situación y síntomas según se intenta su tratamiento. Los expertos estudian sobre ello y alguna vez se podrá saber su origen y su remedio. Ellos tendrán que seguir bajando a las honduras y descubrir todo lo que se oculta en el interior de la carcasa que las cubre y fortifica. 

¿Qué es lo que ha traído estas dolencias a las nuevas sociedades de modo tan virulento? Se trabaja, se come, se duerme, se ríe, se llora, y se sigue la actualidad, todo dentro de la llamada normalidad. Pero mientras tanto, allá en el fondo del arcano, silenciosamente, se gestan reptiles ensortijados que envenenan la vida. Se habla de las tensiones que crea el sistema moderno, de las frustraciones, de las necesidades impuestas, del miedo a no dar la talla, a envejecer, a la soledad, a presiones económicas de toda índole, a la pobreza, al panorama que se vislumbra… No se sabe, aunque todo puede contribuir a un malestar, que, ojalá que no, queridos lectores, pero que puede conducir en ciertos casos a situaciones irreversibles.

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