Opinión

Hablar solo

Por favor, querido lector, no se mortifique si alguien le sorprende hablando solo. No es malo, ni está usted, digamos para entendernos, como una cabra. Nada de eso. Créame que todo el mundo lo hace más frecuentemente de lo que usted piensa.

Hablar con uno mismo es reconfortante y ayuda a construir el pensamiento crítico del ser humano. Esa es la conclusión de un estudio realizado sobre este particular. La investigación parte de la Universidad de Columbia, y fue realizada por los expertos con estudiantes de la propia universidad.

A la hora de evaluar las pruebas, decidieron que los alumnos que debatieron consigo mismos fueron capaces de exponer en su gran mayoría, argumentaciones más complejas e interesantes, que los que buscaron el dialogo con otros compañeros.

Por lo que se deduce del experimento que el hablar con uno mismo y crear soliloquios imaginarios sobre uno o diferentes temas, ayuda de forma eficaz a desarrollar y reforzar la mente. Al mismo tiempo que pone en tela de juicio ideas asumidas, ya que obliga a contradecirlas con argumentos e ideas reflexivas.

Así pues, ante todo lo expuesto hay que colegir que monologar es sano, a no ser que se vocifere por la calle o en compañía. Entonces, es cuando hay que preocuparse. Aunque también habrá que reconocer que a veces, ante determinadas circunstancias y situaciones, tampoco es raro desahogarse a grito pelado, o lo que es lo mismo sacar los pies del plato.

¿Catarsis? Tal vez. Incluso puede que convenga al ánimo para serenarse. Al margen de lo dicho, es indudable que hablar con uno mismo tiene ventajas impagables. Por lo pronto nunca hay lugar para enfados. Siempre se tiene la voz cantante, se domina la conversación plenamente con resultados razonables y lógicos (a ver quién los rebate), y nadie puede poner peros ni refunfuñar, al no estar de acuerdo.

Se dice todo lo que se quiere a favor o en contra de aquello que se ve, se oye y se cuenta, o lo que es igual: lo que nunca no conviene manifestar en público.

También se puede criticar sin que nadie lo afee, irse por las ramas si así place, y lo más importante: dar rienda suelta a los sueños, aun los irrealizables. Porque la palabra es absolutamente válida, oral e incluso pensada, ya que se mueve acunada por el silencio buscado en la soledad, tan enriquecedora y hermosa. Hablar solo no es nada malo. Hable.

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