Opinión

La pequeña Tabby

Era todo un placer ver su cuerpo tan pequeño, gracioso y flexible, correr de aquí para allá, olisquear las plantas, retozar, jugar con el musgo, independiente en su mundo de sol y flores. La pequeña Tabby, acogida con todo el cariño por sus dueños de hoy. ¿Dueños? ¿No será ella la dueña? Quienes conocen a los gatos saben que son ellos los que mandan, los que eligen, los que no obedecen órdenes, los que exploran y controlan a diario “su” hogar, los que conquistan sin remedio. Es un animal que nunca deja indiferente. Se le ha considerado sagrado, o se le ha condenando por supersticiones habidas en la ignorancia. 

La literatura y el arte captaron su gracia, su mirada insondable, su misterio, su inteligencia, su limpieza y dignidad. El gato es un animal libre que no besa la mano que le maltrata. Ellos eligen a quien quieren. Casi todos los grandes de la historia tuvieron a su lado a este felino que hizo la naturaleza para dar el gusto a los humanos de poder acariciar la esencia de un tigre en miniatura. Andy Warhol dijo que sus únicos compañeros eran los 25 gatos que tenía. Frida Kahlo se fotografió incluso desnuda junto a su gato. Allan Poe lo inmortalizó. El cardenal Richelieu los adoraba. Tenía catorce cuando murió. Winston Churchill dijo: “Los perros nos miran como sus dioses, los caballos como sus iguales, pero los gatos nos miran como sus súbditos”. Churchill quería tanto a su gato Jock, que durante la guerra, para que no sufriera daños, siempre lo llevaba con él incluso a los Consejos de Guerra. Benedicto XVI vive con los dos que tiene. 

Socks vivió en la Casa Blanca con Bill Clinton, de 1993 a 2001 cuando murió. Convertido en icono mediático, el mismo Clinton tuvo que pedir a los paparazzi que dejaran a su gato en paz. Estos son algunos de los nombres que entendían a los gatos y los querían. Los humoristas los hacen famosos poniendo de relieve su astucia e idiosincrasia: Garfield, Tom, Silvestre, Felix… Hoy, dedico a la preciosa Tabby un poema prestado de Pablo Neruda: “Oh pequeño emperador sin orbe,/ conquistador sin patria,/ mínimo tigre de salón, nupcial/ sultán del cielo/ de las tejas eróticas,/ el viento del amor en la intemperie reclamas/ cuando pasas y posas/ cuatro pies delicados en el suelo,/ oliendo, desconfiando de todo lo terrestre,/ porque todo es inmundo/ para el inmaculado pie del gato.”

Te puede interesar