Opinión

La semilla de algodón

Entre las piedras de los monumentos: adorno en verde; entre los caminos trazados y asfaltados: cicatrices en la tierra; en cualquier balcón y maceta, las más débiles plantas se abren camino con fuerza. Es la naturaleza que recupera lo que es suyo. Aún más. La Naturaleza, que lo es todo, busca sitio o se reproduce allí donde llega su hálito. Viene esto al hilo de una noticia sobre una semilla de algodón que la sonda china Chang’e-4 llevó a la cara oculta de la Luna, y que al parecer, no ha tardado en germinar. El hecho obedece a un miniexperimento de biosfera a bordo de la misión.

Es interesantísimo pensar lo que nos tienen reservado los viajes espaciales, donde puede llegar el ser humano y lo que hará en su punto de destino. Tal como van las cosas es posible que dentro de muy poco estas rutas sean lo más normal del mundo. Según los astrofísicos, el universo se expande sin parar, y en la tierra queremos propagarnos y descubrir nuevos mundos. El ser humano es explorador, viajero, aventurero… Por eso hemos llegado hasta aquí. La historia se repite con los nuevos y modernos “Colones” que surcan los infinitos espacios siderales en naves relucientes que desafían el calor, el frío, el silencio, el vacío, y los posibles e ignotos peligros que encuentren en su camino. Por ahora la misión Chang’e-4, es pionera en este tipo de indagaciones fuera de los laboratorios terrestres. Las demás plantas que llevaron, tubérculos, verduras, levaduras… no fructificaron de momento, pero todo llegará, aunque esta vez no tuvieran mejor suerte. La idea es que las plantas generasen oxigeno y alimento para otras criaturas que poblasen el satélite, pero todavía es demasiado pronto y las investigaciones tardarán años en dar una respuesta aceptable para llevar a cabo tales proyectos de vida, nunca mejor dicho. Por lo pronto ya hay algodón en la luna. ¿Qué habrá mañana?

No se sabe. Pero hay que seguir a la espera de que los nuevos descubridores, con sus extraños atavíos a prueba de atmósferas tal vez inseguras, nos relaten y nos hagan ver las maravillas que contiene ese mar infinito de estrellas y misterios que guarda el cosmos. El mundo habrá avanzado con nuevas tecnologías hoy impensables, lo que hace creer en las grandes gestas que esperan a la humanidad. Eso, si antes no se destruye a sí misma. Aunque existe la esperanza de que no.

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