Opinión

Los extraterrestres

Al fin los interesados ya pueden estudiar con toda facilidad los datos fidedignos venidos de toda España, sobre los avistamientos del fenómeno ovni. Esta noticia se debe a que Defensa ha desclasificado ochenta informes que comprenden mil novecientas páginas con información antes reservada. Los ufólogos están de suerte. Lo que salga de ahí pronto lo sabrán y se sabrá. De todas formas, clasificados o no, siempre han rondado por el ambiente objetos volantes no identificados. Claro que algunos, sí. Hay mucho pájaro suelto que puede confundirse con los platillos volantes. 

Y ya no digamos nada de los ruiseñores matutinos. La tierra, el aire y las aguas están repletas de extrañezas por desentrañar pero que a veces salen a la luz y se les puede ver la cara, de qué pie cojean o si están heridos de ala. Pero si nos acercamos a la técnica, y vemos las estremecedoras fotografías por satélite que acercan al espectador, ¡visión apocalíptica!, a los otros satélites que rodean el globo terráqueo como una malla impenetrable, uno se pregunta ¿qué clase de seres pueden querer venir a esta nave que de continuo corre el peligro inminente de que una galerna o un tifón, caprichosos y devastadores por intereses más o menos pecuniarios, se lo lleven por delante? Hay otra pregunta no menos importante cuya respuesta interesa conocer: ¿cómo podrían franquear tanta basura espacial, ya casi compacta, que como una pesadilla de ciencia-ficción ha creado el hombre amenazando a la tierra desde las alturas astrales? ¿Serán los extraterrestres tan valientes y arriesgados, o tan ignorantes o tontos, que aún no se han dado cuenta de que aquí no tienen nada que hacer?

Platillos volantes, naves tripuladas de otros mundos… Como si aquí no supiésemos de platillos, platos, cazos y minutas, avezados como estamos en tema tan cotidiano. Por otro lado no estaría mal que los alienígenas se acercaran por aquí y vieran el panorama y los impuestos que los Homo erectus tienen que sufrir al borde del infarto mensual o anual, dependiendo. Pero bueno, una vez que se han expuesto los documentos a la curiosidad pública, digo yo, que fácilmente se sabrán sus identidades. Y ya que estamos en mundo tan singular en el que los nombres españoles modernos son tan extraños, sería bonito queridos lectores, que al menos uno de ellos se llamase Pepe o Manolo. ¿No creen?

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