Opinión

Pedriño Almodóvar

Pedro Almodóvar. Vaya por delante que no entro a valorar si su cine es bueno o malo, si es o no un gran director cinematográfico y si sus premios han sido merecidos o son producto del marketing con dinero por medio de todos los españoles. No tengo tiempo para ello ni ganas tampoco de analizar el cine que no me gusta. He visto algunas películas suyas. Pero hoy escribo sobre el protagonista de mi artículo, Pedro Almodóvar, porque me han llamado la atención unas palabras suyas sobre los “analfabetos gallegos”, relativas al problema de las preferentes.

Creo que Pedro Almodóvar, ese señor que cuando abre la boca sube el pan, se equivoca de parte a parte. En Galicia como en cualquier lugar del mundo hay analfabetos, aunque no todos los que firmaron las preferentes lo eran. Para ser engañados no hace falta carecer de conocimiento, sino confiar demasiado en quien durante toda la vida cumplió su palabra relativa a la propia economía puesta en sus manos. En todo caso, fue exceso de confianza y no falta de cultura. La frase concreta del citado Sr. dice: “Si yo hubiera sido un analfabeto, gallego y me hacen firmar con el dedo, espero a Blesa y a Rato y les corto el gañote”. La prueba de que los “analfabetos gallegos” son seres sobrados de cultura, es precisamente que no han hecho eso. Son víctimas, y no verdugos y asesinos. Son gente que espera, creo a título personal que inútilmente, a que se haga justicia. Pero eso ya es otra historia.

El gallego es un pueblo con defectos y virtudes, con gentes sin escrúpulos y gentes de bien como en todo el mundo. Pero hasta el más infortunado y bisoño, ha sido capaz de lanzarse a la ventura en una diáspora terrible, teniendo que dejar hogar y familia, y hacerse con el respeto de todos por su honradez y su trabajo. No somos analfabetos, Sr. Almodóvar. Somos gentes que recibimos peregrinos de todo el planeta, a través de un camino que tiene su proyección en las estrellas. El Camino de Santiago, Sr. Almodóvar, por si no lo sabe, ha sido eje fundamental en la construcción de Europa, y sigue siendo río de cultura, espiritualidad e historia para visitantes procedentes de los cinco continentes. Aprendemos agradecidos de todos los demás, y los demás aprenden de nosotros. Somos un pueblo que se sumerge diariamente en la cultura universal, en la que queda a su vez, impresa la nuestra.

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