Opinión

Semejanzas

El ser humano se cree el rey del mundo. Y en esta creencia piensa que no hay nadie que valga más que él en el universo. Sin embargo, no es así, al menos no del todo. Mucho de lo que nos rodea no está exento de ¿inteligencia?; no se sabe, pero sí, seguro, de determinadas singularidades propias, que superan al llamado ser pensante. Lo que sucede es que se les mira de lejos, pero esta lejanía no lo es tanto. Todas las especies devienen del mismo sitio y de la misma materia. Todos nacieron en la tierra y crecieron en ella. Pero sucedió que en el transcurrir de la evolución, se abrieron ilimitadas bifurcaciones en el camino, y cada cual, según su suerte, siguió la suya. ¿El destino? Hay estudios que revelan que el resto de los habitantes de este planeta comparte con el humano gran parte de lo que hace a ambos. Y el humano, tuvo que aprovechar las idiosincrasias ajenas a él, para ayudarse en la vida y en el desarrollo y progreso de sus sociedades. Casi todos los grandes adelantos de que goza se deben al estudio de determinadas características de la fauna. Avances médicos, el radar, el avión, los estímulos lumínicos, el nailon, la cinta Geco, la impermeabilidad, el velcro, el tren bala, películas antirreflectantes, turbinas de viento, energía eólica… Éstas son algunas de las muchas aportaciones que ha ofrecido la particularidad del mundo animal. Y otras más importantes. 

En cuanto al perro, pueden hablar sus dueños sobre ellos, y la policía, y los rescatadores, y todos los que se benefician de su lealtad, compañía y cariño, a cambio de nada. Por cierto: entienden hasta cuarenta palabras. En lo que respecta al lenguaje, algunos primates y humanos siguen las mismas reglas según un estudio realizado por científicos de las Universidades de Michigan, Sutart Semple de Roehampton, y España. Un ejemplo son las geladas, unos simios de Etiopía que pueden sostener una conversación totalmente lógica con sus semejantes, bajo las mismas reglas que comparten el hombre y la citada especie. Pero no solamente en cuanto al lenguaje existe esa semejanza. Otros antropoides también entierran a sus muertos, cuidan a sus viejos y son capaces de organizarse. Los animales enseñan y ayudan con su servicio sumiso y silente. Y en los laboratorios, y en la propia vida, se les sacrifica a favor de los humanos, hasta su muerte. Agradezcámoselo.

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