Opinión

El doctor eficiente

A punto de finalizar el mes de agosto, el centro de salud, como ser animado que es aunque no lo parezca, tiene un comportamiento extraño. Se multiplican las consultas urgentes, justificadas o no, y se notan las ausencias del personal que disfruta de sus bien merecidas vacaciones.

A la palabra Doctor siempre se le pegan extraños calificativos, apellidos podríamos decir, cuando se empeñan en describir a algún personaje: el Doctor Jekyll y su bestial alter ego, el socorrido Doctor Love, el Doctor Feelgood que recomendaba como remedio leche y alcohol, el delirante Doctor Stangelove con su teléfono rojo, el misterioso y terrible Doctor Caligari, el Doctor Zhivago, de aterciopelada mirada egipcia… Diferentes sentimientos están siendo ahora evocados con tan solo escuchar cada uno de estos nombres.

El sesudo Aloysius, repasando entre sus cachivaches, se encontró con el cuento del Doctor Eficiente, y como regalo de fin de fiesta estival, me lo ha hecho llegar en un mensaje. Dice así…

La enfermera acercó el micrófono a sus labios: - el Doctor Eficiente y su equipo les dan la bienvenida a este centro de salud… La duración aproximada de la consulta será de cuatro horas y media… A cada uno de ustedes le corresponde un tiempo medio asistencial de cinco minutos… Les rogamos sean considerados, breves y concisos… Piensen que el galeno que les atiende es el gestor médico personal de al menos otros 1600 usuarios… Este centro, dotado con las más modernas comodidades, dispone de 4 salidas, que a su vez también son entradas; para su comodidad, les rogamos no provoquen aglomeraciones… Como en los naufragios, serán atendidos en primer lugar las mujeres y los niños… Para más información, rogamos consulten los carteles que penden de las paredes y los folletos que se esparcen por las mesas -…

Dicen que Michael Peckman dijo, un buen día: “El médico puede llegar a resultar tan remoto para sus pacientes como el piloto que tripula un avión de líneas aéreas para sus pasajeros: todos reconocen su liderazgo y aceptan someterse a sus decisiones, pero nadie lo conoce”. Personalmente, no lo tengo tan claro como Peckman, sobre todo en el punto que habla de que todos aceptan sus decisiones. Sin embargo, el otro día, un amigo mío me comentó su reciente intervención de apendicitis. Queriendo saber más, le pregunté: ¿quién te operó?... Y él me contesto: ¡no tengo ni la más remota idea! Lo dicho.

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