Opinión

Más madera

Los pediatras españoles acaban de reunirse en Santiago de Compostela y de nuevo han mostrado su profunda preocupación por el incremento de la denominada corriente antivacunas. Y todo ello a pesar de que España cuenta con una de las tasas de vacunación más elevadas del mundo y que el 92% de los gallegos consideran esta medida como una herramienta eficaz para prevenir las enfermedades.

Sin embargo, el 41% de los franceses se muestra receloso de las vacunas. No sé si tendrá mucho que ver, pero el 56% de nuestros vecinos galos también ha acudido a la homeopatía por lo menos una vez en la vida para tratar sus enfermedades mientras el 36% lo hace habitualmente. Una terapia (si es que me permiten el término) que allí puede ser incluso prescrita por el médico de cabecera, eso sí, en muchas ocasiones asociada a tratamientos más convencionales. Hay una vieja máxima que asegura que los pacientes se curan aún a pesar de los médicos. Czeslaw Milosz, premio Nobel de Literatura en 1980, escribió el prólogo de “Catarsis. Sobre el poder curativo de la naturaleza y del arte”, un preclaro ensayo de Andrzej Szczeklik, graduado como médico en Cracovia en 1961 y doctor honoris causa por diversas universidades. En sus líneas podemos leer las opiniones de Lawrence Joseph Henderson, insigne bioquímico de Harvard que en 1910 afirmaba que los enfermos que buscan ayuda en un médico tienen algo más del 50% de posibilidades de recuperar la salud. Mucho ha llovido desde principios del siglo XX. Por ejemplo, todavía colea la trágica historia del niño italiano fallecido con apenas 7 años de edad porque sus padres (y su médico) se empeñaron en tratarle una simple otitis con homeopatía. Ante la ineficacia de esta medida, la infección progresó hasta matar al pequeño por una encefalitis fatal. Añadamos el caso del niño no vacunado de Olot que falleció por difteria o la de la joven portuguesa no inmunizada que sucumbió al sarampión y hagámonos una idea. Al respecto, hasta 2012 los casos de sarampión en España se contaban con los dedos de una mano. Cuando se detectaba esta patología correspondía a inmigrantes llegados a nuestro país sin haber sido vacunados en sus orígenes, como el brote de 2010 en Jumilla con 65 afectados, en su mayoría búlgaros y rumanos. Y qué decir de los problemas que vendrán derivados de la sangrienta guerra en Siria e Irak, donde escasean los medicamentos y especialmente las vacunas, una lacra todavía mas terrible para los niños atrapados entre las fronteras del conflicto.

Mientras en Italia y Portugal preparan leyes a favor de la vacunación obligatoria, en España continuamos apostando por la educación sanitaria. Por el momento. Respecto a la seguridad de las vacunas, lo más llamativo de esta coyuntura es que los países que más confían en las vacunas se encuentran en el continente asiático: Bangladesh, Indonesia y Tailandia. Y todavía hay por ahí alguno refiriéndose a ellos como el Tercer Mundo.

Te puede interesar