Opinión

Más universidad y menos alcohol

Algunas redes sociales, como Twitter, comparten una característica común con las columnas de opinión de los periódicos: su espacio es limitado. Quizás por ello, en algunas ocasiones somos incapaces de conseguir que los lectores entiendan lo que realmente queremos decir. Inexcusables falta de concreción y defecto del escritor. El caso es que el otro día exponíamos una serie de datos relacionados con el ámbito universitario y el hábito etílico, más concretamente sobre lo excesivamente caro que resulta estudiar una carrera en los Estados Unidos y el riesgo en el que se encuentran el 40% de los universitarios españoles debido a su exagerada ingesta etílica, a priori cuestiones que nada tuvieran que ver. O si. Elegimos estos dos ejemplos a sabiendas que en el consumo de alcohol influyen factores de tipo social y económico, ambas circunstancias muy diferentes en nuestro país y en la nación norteamericana.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud correspondientes al año 2010 y que vieron la luz en un informe del año 2014, respecto al consumo anual de alcohol puro en mayores de 15 años España ocupaba el puesto 28 entre 190 países del mundo, con 11.2 litros per cápita, frente a los Estados Unidos que computaban 9.2 litros por persona. La tendencia estimada para el año 2015 descendía en ambas naciones, pero más en España (600 cc) que en EEUU (200 cc). Al igual que los estadounidenses, y a diferencia de portugueses y franceses, los españoles consumimos más cerveza que vino, aunque los yanquis nos ganan en las bebidas espirituosas: one bourbon, one scotch, one beer.

Respecto a la edad legal para consumir alcohol, EEUU dispone de una de las legislaciones más restrictivas del mundo, comparable incluso a las vigentes en algunos países islámicos. Esta circunstancia en modo alguno ocurre en nuestro país. Aún así, varios estados norteamericanos han valorado rebajar la edad mínima de consumo etílico a los 18 años, pues no existe constancia de que las prohibiciones eviten la agudización de los problemas relacionados con el alcohol. En aquellos pagos conocen de sobra los catastróficos efectos sociales causados por medidas como la Ley Seca. Y la literatura, la televisión y el cine han hecho buen acopio de ello.

Diferentes universidades estadounidenses tanto del ámbito público como del privado han constatado el incremento de problemas de convivencia en sus campus ocasionados por el consumo abusivo y descontrolado de bebidas alcohólicas. También existe el debate sobre si sus afamados colegios universitarios deberían controlar o no si los estudiantes deberían consumos alcohol legalmente y de forma responsable. La prestigiosa Universidad de Stanford promueve desde hace años un programa para reforzar los hábitos saludables entre sus estudiantes. Los alumnos de primer curso tienen a su disposición acciones específicas sobre el consumo de alcohol y sus perjuicios. El modelo de Stanford ha sido adoptado por otros centros como la Universidad Washington en San Louis. Nos preguntamos si sería exportable a las universidades españolas, con presupuestos sustancialmente inferiores a los costosos centros americanos.

En nuestro país, dejando a parte el resultado del estudio que nos alertaba sobre el consumo de riesgo en el 40% de los universitarios, varias poblaciones han sido etiquetadas como paraísos de la ebriedad al fomentar y beneficiarse del llamado turismo de borrachera: Magaluf, Gandía, Salou, Lloret de Mar… Los servicios sanitarios de emergencias conocen bien las consecuencias y las autoridades municipales se plantean ponerle punto y final a tantos desmanes colectivos, protagonizados esta vez por jóvenes europeos cautivados por tan tentadora oferta de ocio y alcohol a precios de saldo. Como cantaba Joe Jackson en “Dirty Martini”, demasiadas aceitunas en demasiada ginebra.

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