Opinión

En cuerpo equivocado

Después del más que inaceptable conflicto desatado en el 2015 entre la Administración y el colectivo de damnificados por la Hepatitis C a la hora de facilitar el oportuno tratamiento paliativo, le toca ahora a la comunidad trans encontrarse ante una situación análoga. Dejando al margen cuantos prejuicios se puedan enterrar bajo el temor provocado por la falta de información veraz y contrastada, España no es una excepción en ciudadanos que sufren una de las peores cárceles, encerrados en un cuerpo que no se corresponde con sus sentimientos y emociones, nacidos erróneamente con rasgos viriles o femeninos, hay personas que viven atrapadas en una vida que no les corresponde y de la que tienen difícil salir.

La sexualidad es una forma de expresión del individuo, es por ello que la homosexualidad no es delito ni pecado sino simplemente la forma como un individuo se identifica y experimenta su afectividad. Lo que sí es enfermizo, rayando con el delito y el pecado, es cuestionar la validez de una persona por su definición sexual. El hecho de que alguien sea gay no supone ningún tipo de alteración del equilibrio social, ninguna mácula en su esencia ni impedimento alguno en su competencia, pero sobre todo, se aleja por completo de una enfermedad contagiosa, como tampoco lo es ser heterosexual. La ignorancia, el convencionalismo y el tabú son los responsables de desconocimientos mayores: un transexual no es un homosexual sino un heterosexual atrapado en el cuerpo equivocado.

Donde antiguamente había incomprensión institucional, cárcel, tortura, martirio y hasta ejecución por ahorcamiento o pira sacrosanta, aún hoy subsiste en muchos países el tratamiento penitenciario por identidad sexual. Pero no hace falta viajar para encontrar en nuestra sociedad enraizado aún el estigma y exclusión social contra una mujer nacida con escroto o un hombre alumbrado con útero.

Un colectivo que en España aglutina a un uno por cada mil habitantes, rozando la cifra de 50.000 sujetos condenados a vivir en la frontera de la integración, acaban de verse privados de los tratamientos hormonales imprescindibles previos y posteriores a su reasignación de sexo, con todas las consecuencias físicas, psicológicas y sociales que eso les supone.

Los laboratorios encargados de la producción de los fármacos Meriestra y Testex Prolongatum, por boca de la Agencia Española del Medicamento, han indicado la suspensión de la producción del primero mientras el segundo no la verá reanudada hasta mediados del próximo 2017.

El Ministerio de Sanidad ha provocado el desabastecimiento de unos tratamientos que carecen de sustitutos análogos que permitan a estos españoles el acceso a un estado de salud óptimo, ahorrándoles cualquier tipo de discriminación.

Las generalidades no pueden sostenerse con el sacrificio de minorías ni viceversa. Los poderes públicos deben garantizar idéntico acceso a tratamientos sanitarios esenciales a unos ciudadanos que a otros, logrando una sociedad más habitable y justa. Nadie debe olvidar que en ese 1‰ mañana pueden estar incluidos los padres, hermanos o hijos de cualquiera. Como afirma la ex atleta Caitlyn Jenner, no va sobre mí, va sobre todos nosotros. Aceptarse unos a otros, eso es bueno. La idea es muy simple: aceptar a la gente tal y como es. Aceptarla aunque sea diferente

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