Opinión

Mamma mía!

Debe de ser cosa de ministros, que María Luisa Carcedo anda en la misma luna que el astronauta Pedro Duque, aunque la titular del Sanidad lo haga por su semáforo de alimentos saludables. Tal es así que, en un frustrado intento por alcanzar un país más saludable, el consejo de sabios del ministerio del que es titular Carcedo ha realizado una cuando menos singular tabla de alimentos en la que, de mejor a peor, la Cocacola supera al aceite de oliva. La pregunta obvia es cuanto tardarán los grandes cocineros estrellados por Michelín en recomendar el refresco americano para aliñar la lechuga.

Pero lo triste es que aquí no terminan las desgracias ministeriales. El inefable Pedro Metolapatacadavezquehablo Duque, acaba de dejar a las universidades y al sistema de salud español por los suelos, y todo porque cada vez que el bueno del señor ministro de Ciencia, Innovación y Universidades abre la boca, sube el pan. La salida del tiesto viene en esta ocasión por las terapias alternativas, de las que, a juzgar por lo que plantea, no tiene ni la más remota idea. Así, como todo buen ignorante que se precie, las culpa del fallecimiento de pacientes con enfermedades terminales, sin ser siquiera consciente de la incoherencia que en sí mismo plantea.

Según la Sociedad Española de Oncología Médica, en el año 2016 fueron diagnosticadas de cáncer 228.482 personas, de las que, según el Instituto Nacional de Estadística fallecieron 112.393. Ninguna de ellas por ser tratada con terapias alternativas. A todas luces el señor ministro Duque ignora que, quienes acuden a la medicina natural, son los desahuciados por la medicina oficial, lo que explica que el fallecimiento se produzca por incapacidad me conocimientos y soportes terapéuticos disponibles en ecología, pero no porque los pacientes recurran a otra alternativa.

Pero lo más sangrante no es ya el desconocimiento del Duque al calificar las terapias alternativas, desconociendo, por ejemplo, que toda la farmacopea disponible procede de estudios milenarios y etnobotánicos de plantas medicinales, y de tratados como el Lapidario de Alfonso X el Sabio, el Libro de los medicamentos simples de Matthaeus Platearius (siglo XII), o la compilación  llamada De Materia Médica, legada al mundo por el médico, farmacólogo y botánico de la antigua Grecia, Pedanio Dioscórides Anazarbeo, del que el famoso botánico farmacéutico y químico español,  Pío Font de Quer, extrajo su opúsculo titulado El Dioscórides Renovado, tratado esencial que recoge el origen del 95% de los principios activos con los que se fabrican los fármacos elaborados en los laboratorios.

Lo dramático es que Pedro Duque, sin parase en barras, ha acusado a la comunidad científica de ignorancia al descalificar terapias alternativas como la fitoterapia, o terapias reconocidas por la Sanidad Pública y la comunidad científica como la Dietética y Nutrición. Por si no bastase, ha dejado a las Universidades por los suelos al acusarlas de expedir títulos oficiales sobre estas materias, según él, carentes de contenido, exigiendo una revisión, tanto de la medicina alternativa como de los títulos expedidos por las instituciones académicas.

Lo demoledor llega cuando pretende que sean esas dos instituciones que según el ministro han actuado de manera ligera -Sanidad y Universidades-, las que validen un estudio que certifique la eficacia de las terapias alternativas, mientras la ministra de Sanidad le hace coro dejando al respetable boquiabierto, afirmando que van a facilitar información, no para que cada ciudadano elija, que es para lo que sirve el conocimiento, sino para que las rechace.

¿Qué pasa, que alguien aún no lo ha entendido? ¡Pues bienvenido al club! Viendo lo que pasa en este país donde, cuando meten la gamba, sólo dimiten los cargos públicos cuando son del PP pero se la suda a los demás para escarnio de la ciudadanía, apenas cabe echarse las manos a la cabeza y exclamar: ¡en manos de quién estas, oh, España!

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