De los personajes célebres todo el mundo ha leído pensamientos igualmente célebres llenos de buen sentido de la vida. Pero hasta hoy no se habían dicho pensamientos idiotas de famosos. Y que, sin duda, los han tenido, como todo hijo de vecino. Y nosotros, como no nos duelen prendas, vamos a decir algunos.
Por ejemplo, sepamos que en cierta ocasión pensó Julio César:
-Estoy pensando… si no estaría yo más favorecido si llevase la corona de laurel pintada de color amarillo.
Fíjense lo que pasó por la imaginación de Andersen, ya saben, el autor de cuentos como “La sirenita”:
-Hoy debería escribir otro cuento, para poder comprarme unos zapatos.
Pitágoras, el del teorema que lleva su nombre:
-Lo que más me ilusiona es pensar lo que sufrirán los chicos/as de épocas futuras para entender mi teorema.
George Sand, pseudónimo de la amate de Chopin:
-Estoy de los “Nocturnos” de este “pesao”, hasta la coronilla.
Napoleón también tenía sus rarezas:
-¡Qué ganas tengo de conquistar tantas batallas, retirarme, y cuidar gallinas en una granja!
¡Y lo acomplejado que era Quevedo! Lean, lean:
-Yo cambiaría todo mi ingenio por ser alto, fuerte, esbelto, un truhán, un señor…
