Los hombres son más cobardes que las mujeres. ¿Acaso conocen ustedes a alguno que se atreva a probarse diez trajes en una tienda cuando sólo llevan diez euros en el bolsillo?
Aparte de cobardes, por lo que a mí respecta, soy bastante vago, lo reconozco y no me duelen prendas hacerlo.
Hace unos días fui al médico y me encontró un físico deplorable:
- Debe usted hacer ejercicio.
- Pero, doctor, ¡odio el ejercicio!
- Bueno, vaya poco a poco. La primera semana, corra cinco calles al día; la segunda, diez calles, y así sucesivamente. Cuando pueda usted correr de tres a cinco kilómetros diarios, ¡será un hombre nuevo! Regrese dentro de un mes.
Pasaron varias semanas en las que hice kilómetros y más kilómetros. Al cabo de un mes llamé al médico y le dije con voz jadeante:
- ¡Ho-ho-ho-hola doctor!
- ¿Cómo va el ejercicio?
- Doctor -le dije- está usted hablando con un moribundo. Siento calambres por todo el cuerpo.
- ¡Vamos! ¡No se alarme! Tome un taxi y venga ahora mismo a mi consulta.
- ¿Taxi? ¡Estoy en Huelva!
