Opinión

El 24M y Pedro Sánchez

Es mejor estratega que la mayoría de los políticos en activo que llevan años de experiencia a sus espaldas. La prueba es que mientras el PP se lame las heridas y transmite la imagen de que está en las últimas y con desbandada general, apenas se repara en que Pedro Sánchez ha recibido una buena paliza el 24 de mayo. No tan grave como la de Rajoy, pero se ha dejado casi un millón de votos en el camino.

Saca pecho como si hubiera sido el vencedor de las elecciones, conseguirá hacerse con un número considerable de gobiernos regionales y municipales no por mérito socialista sino porque el PP no ha repetido las anteriores mayorías absolutas… y sobre todo ha logrado que nadie le pregunte por sus pactos con un partido, Podemos, del que abominaba con argumentos aparentemente muy sólidos durante la precampaña y campaña electoral.

Tiene bula con la mayoría de los medios de comunicación españoles, que prefieren no avergonzarle recordando qué decía hace solo unos días. Lo más suave, que Podemos era un partido populista contra el que alertaba a los votantes. Trataba de sacar los colores a Podemos y a Pablo Iglesias mencionando algunos puntos programáticos absolutamente demagógicos que provocarían la quiebra de las instituciones que gobernasen, además de sacar a colación, en cuanto tenía oportunidad, la especial y estrecha colaboración de Monedero y Pablo Iglesias con el chavismo venezolano y las consecuencias de tipo económico, social, y falta de libertades.

Sobre todo ello ha corrido Pedro un tupido velo. Lo dicho: es un formidable estratega, hasta el punto de que ya nadie, o muy pocos, plantean que alguien pueda dar un paso adelante para presentarse a las primarias.

Ha conseguido incluso que en su confrontación con Susana Díaz, que es real aunque los dos la niegan, él aparece como la figura en positivo, mientras la presidenta andaluza es la política que no sabe para dónde tirar en cuanto se aleja del techo protector de Ferraz.

Pero ese aire de triunfo que muestra Sánchez tiene aristas. Sus acuerdos con Podemos elevan a las alturas a los candidatos socialistas, pero no sería el PSOE el primer partido víctima del “abrazo del oso”, que acaba matando a quien parece amigo.

Un amplio sector del PSOE –y no solo del sector histórico- abomina de los más que probables acuerdos con un partido como Podemos. Por principio. Pero también porque se temen las consecuencias: apoyar, a cambio de gobernantes socialistas, a personas como Colau, Carmena y otros personajes de Podemos de protagonismo menos agudo, convierte al PSOE en corresponsable de sus iniciativas.

Aunque los de Podemos se andarán con tiento hasta después de las elecciones generales y aprobarán solo lo relacionado con “chapa y pintura”, en cuanto se sientan seguros pondrán en marcha los programas con los que se presentaron. Entonces es cuando previsiblemente puede empezar el llanto y crujir de dientes para el PSOE.

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