Opinión

La ausencia que empañó el homenaje

Se ha levantado polvareda y por primera vez ni el Rey Juan Carlos ni ninguna persona próxima  han desmentido las noticias que apuntaban que el rey emérito se sentía profundamente dolido por no haber sido invitado a la conmemoración del 15-J. Las elecciones del 15 de junio de 1977, la fecha que marcó el inicio de la democracia y el inicio también de lo que se llamó Transición.

No podían desmentir las noticias sobre el malestar y la tristeza real porque eran ciertas, y así lo transmitían personas que habían hablado con D. Juan Carlos y que daban a entender  que  quería que se supiera que se sentía herido.

El veterano y prestigioso periodista Raúl del Pozo pidió a un amigo que conoce bien al rey que le preguntara si se sentía como un Napoleón no  invitado a conmemorar la batalla de Austerlitz, y la respuesta que llegó fue concisa pero elocuente:  “Sí, desde luego”.  

Explican quienes han tenido  oportunidad de hablar directamente con D. Juan Carlos que su malestar era evidente aunque se ha apaciguado en los últimos días, y deducen que ha mantenido una conversación con su hijo el Rey Felipe, con quien las relaciones son continuadas, sinceras y, sobre todo, excelentes, sin sombra de recelos mutuos de ningún tipo. 

Aseguran quienes hablan con D. Juan Carlos que  se mantienen por encima de la polémica que se ha vivido el pasado miércoles. Cuentan incluso que al Rey Juan Carlos le han preocupado  los comentarios en los que hacían responsable al Rey Felipe de no haber tomado iniciativas para  que su padre acudiera al acto de las Cortes… como cuentan que el rey emérito se siente honrado, y en cierto sentido desagraviado, por  el hecho de que voces muy distintas, a través de declaraciones y artículos, hayan puesto en valor el papel protagonista que tuvo en la Transición.

EL CORDÓN SANITARIO

El Rey Juan Carlos –no le gusta el término rey emérito, y el hecho de que D. Felipe decidiera que sus padres mantuvieran el Rey Juan Carlos y Reina Sofía, no reyes eméritos o Rey Padre y Reina Madre como en otras monarquías demuestra que Felipe VI quería honrar su trayectoria personal, histórica-  se encontraba en Madrid el pasado miércoles, aunque últimamente pasa temporadas en  Sanxenxo, en Galicia, donde se entrena desde hace semanas para competir, ilusionado, en una regata que se celebrará en el mes de septiembre, y que será su vuelta al timón después de varios años apartado de la vela. 

Se encontraba en Madrid y con una nota apuntada en su agenda, en la página del 28 de junio: conmemoración del 15-J. Congreso de los Diputados. Estaba convencido de que sería invitado. Al pasar los días, Alfonso Sanz Portolés, ex secretario general de la Casa de la Casa de S.M. el Rey antes de la abdicación de D. Juan Carlos, y hoy adscrito a su servicio, se puso en contacto con  el Congreso, donde le informaron que, como es habitual,  la organización de todos los actos con asistencia de los Reyes depende de la Casa Real, o al menos lo supervisa. 

En estos tres últimos años, en más de una ocasión ha sido fácil advertir  que D. Juan Carlos no participaba en algunos acontecimientos en los que se esperaba su presencia, y en la rumorología madrileña se apuntaba que la Reina Letizia por una parte, y el jefe de la Casa de S.M. el Rey, Jaime Alfonsín, por otra, tomaban precauciones excesivas respecto a las apariciones de D. Juan Carlos. Una especie de “cordón sanitario”,  como si pretendieran que no afectara a la idea del Rey Felipe de representar una Monarquía renovada y acorde a tiempos políticos y sociales muy diferentes a la  España del 75, cuando D. Juan Carlos fue proclamado Rey.

Es cierto que el Rey Felipe tomó decisiones drásticas respecto a su hermana Ctistina, D. Felipe mantenía una estrechísima relación personal con ella y con su marido; pero en ningún caso se puede hacer un paralelismo entre doña Cristina y el Rey Juan Carlos, por mucho que el anterior rey haya tenido en los últimos años un par de episodios reprochables por los que pidió perdón, por cierto, cosa muy poco habitual en  personajes públicos. Las relaciones entre padre e hijo son muy estrechas y lo demuestra no solo las palabras que en público y en privado  se dedican mutuamente, sino también los gestos. D. Juan Carlos ha representado a su hijo en un buen número de actos importantes en estos últimos años, y ha repetido hasta la saciedad que siempre está a  disposición de Felipe VI.

EXPLICACIONES INCONSISTENTES

Cuando se informó a Portolés de que era la Casa Real quien organizaba el acto del día 28, lo que no sorprendió a quien había ocupado la Secretaría General de esa Casa, D. Juan Carlos encargó a su exjefe de la Casa, Fernando Almansa, que tanteara el terreno, ya que mantiene muy buenas relaciones con Zarzuela. Y la respuesta fue que todo lo relacionado con ese acto dependía del Congreso. Era ya evidente que no querían contar con el rey. El propio día 28 a varios asistentes les sorprendió la ausencia, y algunos periodistas se dirigieron al portavoz de las Casa Real. D. Juan Carlos había advertido tras su abdicación que no quería restar protagonismo a D. Felipe y ni siquiera había asistido a su proclamación. Las explicaciones no convencieron, ahora se conmemoraba un hecho histórico diseñado, promovido y capitaneado por D. Juan Carlos, que además había expresado su deseo de acudir. Nueva justificación:  si el acto se hubiera celebrado en otra sala del Congreso el Rey Juan Carlos habría tenido un lugar marcado por el protocolo, pero en el hemiciclo no era lógica la presencia de dos reyes. Tampoco convenció:  el protocolo se adapta  a las circunstancias, siempre, y en el hemiciclo existe una tribuna de honor o tribuna real,  adecuada precisamente para acoger a miembros de la Familia Real.

La polémica estaba servida, con malas consecuencias. El importante discurso del Rey Felipe no ha tenido el eco que merecía, apenas se ha hecho referencia al mensaje que mandó a los independentistas catalanes sin nombrarles. Y, lo que es peor, han vuelto a primer plano las especulaciones sobre la insistencia de la Reina Letizia y Jaime Alfonsín de intentar aislar a D. Juan Carlos de la vida institucional. A pesar de que esas especulaciones se habían apaciguado entre otras razones porque, desde hacía tiempo, se advertía un claro acercamiento entre la Reina y D. Juan Carlos que satisfacía a quienes seguían con preocupación su distanciamiento.

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