Opinión

De buena fe

Un número considerable de españoles, y un puñado de medios de comunicación, han sido víctimas de su buena fe. Un hombre sin escrúpulos ha abusado de todos ellos para recaudar docenas de miles de euros que supuestamente iban a curar a su hija Nadia, aquejada de una grave enfermedad que solo podía ser tratada en Houston.

Los medios recogieron la historia y la buena fe de miles de españoles hizo el resto. Se recaudaron unos 150 mil euros … y de Houston nada se supo. Ni siquiera se ha sabido si Nadia sufre una enfermedad incurable, su padre afirma que nunca fue atendida por médicos, sino por curanderos. Pero puede ser una mentira más.

El padre, con antecedentes delictivos, detenido ayer y conocedor de que la sociedad española es sensible al mal ajeno, inventó una historia que ha provocado lágrimas … y euros.

No hay día en el que a través de las redes sociales y del correo electrónico no lleguen peticiones de auxilio. Seguramente la mayoría de esas llamadas de socorro pertenecen a casos reales, gentes en situación crítica que no encuentran más salida a su situación que recurrir a la solidaridad ajena.

Pero las habrá también que no responden más que a un afán de conseguir dinero fácil con la ley del mínimo esfuerzo o del nulo esfuerzo, y provoca auténtica indignación que existan desalmados que utilicen ese tipo de recursos para engrosar sus bolsillos, aprovechando la buena disposición de miles de españoles pero, al mismo tiempo, sembrando tal desconfianza cuando se descubren sus trapicheos, que anulan la posibilidad de que alguien verdaderamente necesitado de apoyo pueda recibir ayuda anunciando que sufre una enfermedad rara, se expone a un desahucio, no tiene medios para hacerse con un medicamento que le es indispensable o puede perder la tutela de sus hijos si no encuentra un trabajo que le permita alimentarlos.

Hasta ahora eran bien conocidos los timos más habituales, más audaces, que han hecho correr ríos de tinta o han servido de guión para películas míticas.

Pero no se había llegado al extremo de inventar una historia que afectaba a una niña gravemente enferma y que necesitaba tratamiento urgente.

Ese tipo de historias, que ponía en cuestión el prestigio del sistema sanitario público español, de los mejores del mundo, bloquea además la posibilidad de que, en el futuro, la reacción sea solidaria ante un caso similar.

La ficción creada por Fernando Blanco en torno a la enfermedad de su hija Nadia, ha puesto en duda también el rigor con el que algunos periodistas abordan ese tipo de noticias, ya que difundieron la de Nadia sin estar suficientemente contrastada. En su defensa habría que decir que cuesta creer que alguien sea tan desalmado como para inventar una enfermedad mortal de su propia hija.

Pero ha ocurrido, y el daño que se ha hecho es inconmensurable. ¿Quién va echar ahora una mano al enfermo que lo necesite?

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