Opinión

Una campaña electoral muy extraña

El día que la juez Lamela envió a prisión incondicional a  los consejeros del gobierno catalán que no habían escapado a Bruselas, se cruzaron llamadas entre Inés Arrimadas, Miqel Iceta y Xavier Albiol. Los tres coincidieron en su análisis: era una pésima noticia para los que defienden la Constitución. 

Comienza esta semana una campaña  rara rara rara.  Rara sin paliativos. Extraña. Varios de los candidatos más relevantes han pasado el último mes en prisión preventiva y todo apunta a que en un año o dos pueden volver nuevamente a la cárcel; otros candidatos también relevantes, sobre todo el que causa más ruido -que también podría acabar en prisión- ha huido a Bélgica con varios de sus colaboradores y es el causante indirecto  de que los otros hayan sido castigados con la más dura de las medidas preventivas que podía aplicar una juez.  

Para continuar con la rareza, ese candidato que causa más ruido que los demás, Carles Puigdemont, no puede hacer campaña en la región en donde se celebran las elecciones y cuyo gobierno aspira a presidir, porque pende sobre él una orden de extradición. Para desesperación de los constitucionalistas, el lunes decide la justicia belga sobre esa orden, y si fuera entregado a España, el victimismo tendría una repercusión significativa en las urnas. A favor. 

VIVIR EN BRUSELAS 

Para el expresidente huido los medios de comunicación son la pieza clave de su campaña, pero el importante el trasiego de personalidades del PDeCAT a Bruselas va a disminuir  muy sensiblemente ya que el partido   ha advertido que no puede seguir haciéndose cargo de los gastos que genera la escapada de Puigdemont, con un abogado que cobra 500 euros por hora de trabajo, aparthotel –Puigdemont estuvo acogido al principio en casa de un amigo- y aviones que llevan a  Bruselas a los dirigentes políticos que quieren visitar al ex presidente. 

Para continuar con las rarezas, Puigdemont se ha inventado unas nuevas siglas, lo que facilita unas cosas porque se sitúa al margen de un partido en decadencia, pero en cambio no podrá tirar de los fondos que corresponden a la  antigua Convergencia.  Por otra parte  as señales que se emiten desde la sede del PDeCAT es que ha sido incómodo que Puigdemont creara una nueva marca y que en cierto modo impusiera los nombres de su lista. 

Otra prueba de la extrañeza de esta campaña es que el independentismo está dividido, que Puigdemont y Junqueras no se hablan, que la CUP se ha quedado sin voz y no se sabe  quién va a ser la cara destacada de la campaña y que, aunque no es candidata, Ada Colau será uno de los nombres más pronunciados en los próximos días. Ella será la que incline la balanza del lado independentista o del lado constitucionalista. 

La alcaldesa tiene el corazón más cerca del independentismo, pero tendrá que moverse con cautela porque si da el poder a un candidato independentista el principal perjudicado será su socio Pablo Iglesias. Si  Pablo Iglesias permite que en Cataluña haya un gobierno independentista gracias a Colau, la carrera política del líder de Podemos habrá durado muy poco. Sus votantes son de izquierda radical, pero el independentismo no forma parte de sus señas de identidad. 

En el sector independentista la campaña va a ser de difícil trato  entre los candidatos, con ausentes que inventarán la manera de  estar muy presentes desde la distancia, y resentimientos que  saldrán a la superficie más pronto que tarde. Los que han pasado un mes en prisión no olvidarán nunca por qué fueron tratados con el máximo rigor judicial mientras otros candidatos que podían haberlo evitado   se encuentran en  Bruselas presumiendo de lo que ellos llaman  exilio pero es un jolgorio.

Por otra parte, el mismo Puigdemont que defendía el proceso independentista asegurando que la UE acogería a  Cataluña  con los brazos abiertos y que todo estaba atado y bien atado desde el punto de vista económico, se ha convertido en un populista euroescéptico, ya no engaña a nadie con sus mentiras. Además, con su política irresponsable ha provocado que casi 3 mil empresas hayan trasladado sus sedes fuera de Cataluña. 

ICETA, LA FIGURA REVELACIÓN

El sector constitucionalista vivirá la campaña con mucha más tranquilidad. Pero también con extrañeza. El PP de Albiol parte en condiciones precarias, aunque  Rajoy hará un esfuerzo sobrehumano para intentar que al menos repita el resultado anterior. Albiol no es Sánchez Camacho, la anterior candidata a la presidencia, y la lista que ahora se presenta no tiene el nivel que se esperaba de un partido de gobierno como es el PP. Es mucho mejor lista la de Ciudadanos  que encabeza Arrimadas, sin duda; como es buena la lista que presenta el PSC, con un Iceta que se ha convertido en la figura que, junto a Puigdemont por razones obvias, centra las miradas de independentistas y constitucionalistas, y se le ve con posibilidades de convertirse en presidente en el caso de que los independentistas no logran la mayoría necesaria. Aunque Arrimadas, como auguran los sondeos, sume más escaños que los socialistas.

Iceta, que abre su lista a derecha e izquierda, tiene un importante punto a su favor: es el candidato con más capacidad de llegar a acuerdos con dirigentes de diferentes partidos, independentistas y constitucionalistas, desde Junqueras a Rajoy, pasando por una Arrimadas a la que considera una buena política aunque cree también que él mismo sería la persona más adecuada para gobernar Cataluña. Eso tendrá consecuencias en la campaña, ya que de la misma manera que ERC y PDeCat juegan en la misma liga pero son rivales, PP, PSC y Ciudadanos juegan en una misma liga pero están obligados a quitarse votos y escaños. Pero teniendo en cuenta que, si consiguen un incremento de escaños,  en algún momento habrá que negociar. 

Si Arrimadas fuera la más votada del bloque constitucional, lo lógico sería que tuviera el apoyo de PSC y PP, pero necesitaría el de En Comú, y Colau no apoyaría nunca a un presidente de Ciudadanos. Aunque  quizá sí del PSC, pero Ciudadanos no aceptaría apoyar a Iceta si Arrimadas lograra mayor número de escaños.  Y ese juego de posibles e imposibles, de sumas y restas, de abstenciones y apoyos, van a impregnar toda la campaña.

Después del 21 de diciembre se abre un escenario del que puede salir cualquier combinación, incluso la que hoy parece imposible. Solo queda algo claro: un partido constitucionalista no hará presidente a un presidente independentista… aunque no se puede descartar que Iceta lo permita si un nuevo presidente de ERC o PDeCAT renuncia previamente al independentismo. Que podría ocurrir. Hay que resignarsr por tanto a una campaña complicada, plagada de aristas… de las que puede salir un gobierno insólito.

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