Opinión

Cómo gobernar con 84 escaños

Cuentan las lenguas viperinas socialistas (que las hay,  el sector antisanchista por un lado y por otro los que pensaban pillar algo y se han quedado fuera del reparto) que Pedro Sánchez no está interesado en gobernar porque no puede, sino que lo que pretende es hacer como que gobierna.  

Es la razón de que todos los días sus ministros presenten iniciativas que saben que serán bien acogidas, aunque todos ellos son conscientes de que no las pueden llevar adelante.  Con 84 escaños no está el presidente como para muchos alardes. Pero lo que importa a Sánchez es que se acuñe la imagen de que preside un gobierno de alta sensibilidad social,  capaz de dialogar con aquellos con los que no dialogaba Rajoy y que en pocos días ha conseguido el reconocimiento internacional entrevistándose con los dirigentes más importantes del mundo. Y si no se concretan entrevistas con ellos, al menos sí es capaz de acercarse y cruzar unas breves palabras, como hizo con Donald Trump en la cumbre de la OTAN.

Esta semana han pasado por el Congreso de los Diputados los diferentes miembros del gobierno para informar a las comisiones correspondientes los proyectos de sus respectivos departamentos. Es una costumbre con la que todos los gobiernos inician sus mandatos, y el de Pedro Sánchez no ha sido una excepción.

Se trata de un gobierno que fue bien recibido, con nombres solventes aunque con alguna concesión a la galería mitómana. El fiasco de Maxim Huerta se solucionó rápido con un sustituto, Guirao, de trayectoria cuotas de poder equipo más sólido del que habían previsto.


Pactos incómodos


El problema son los 84 escaños.  El problema es que con 84 escaños el presidente está obligado a mantener los pactos con socios que en su mayor parte provocan una profunda desconfianza entre los votantes socialistas, como los independentistas catalanes o Bildu. Y encima Podemos ha aprovechado esa situación de debilidad para vender muy caro su apoyo, consiguiendo así importantes beneficios que, esperan, se traduzca en las próximas elecciones  en captación de nuevos votantes, entre ellos un buen número de desencantados con un PSOE que ha cedido tantas cuotas de poder. Por ejemplo, en RTVE, entidad de quienes los que conocen las profundidades de la política y tienen experiencia de gobierno dicen que es más poderosa que tres ministerios juntos. Y no se refieren a ministerios menores. 

Explica una ministra de Sánchez, en un momento de debilidad que la ha llevado a “confesarse”, que todo lo más que puede durar esta legislatura es 2 años, porque se tiene que respetar el calendario; que en dos años y con 84 diputados no se puede aprobar ninguna ley importante y que por tanto, de lo que se trata, es de presentar propuestas todos los días, propuestas que gustan a los mayorías de los españoles, para crear así un clima de simpatía hacia un gobierno que, por primera vez en la historia, no ha ganado unas elecciones sino que ha ganado una moción de censura. 

El gobierno quiere aprovechar la situación actual: por una parte, los cien días de margen que se le da a todo recién llegado para que se haga al cargo. Segundo y quizá más importante, el gobierno de Sánchez se encuentra sin la oposición del principal partido de la oposición, valga la redundancia. Hasta que elija a su nuevo presidente o presidenta, y a su portavoz parlamentario, el PP está prácticamente desaparecido en combate (nunca mejor dicho) en su función de crítica al gobierno. Llega después el mes de agosto, muy diluido políticamente, así que el gobierno se encuentra con el campo muy bien abonado hasta septiembre. Coincidirán los famosos cien días de “tregua” con el inicio del trabajo del nuevo PP como primer partido de la oposición y, también por primera vez en la historia, con más escaños que el partido que gobierna… y mayoría absoluta en el Senado. Es entonces, en septiembre, cuando se iniciará el auténtico juego político con la vista puesta en las elecciones generales. Y, antes, las autonómicas y municipales, que son las que más interesan en estos momentos a los principales partidos, pues es difícil ganar las generales si no se logra previamente un buen resultado en las locales y autonómicas.


Iniciativas amables


En esa situación de privilegio, el gobierno presenta iniciativas que además de bien recibidas porque afectan al bolsillo, en otros casos cuentan con una fuerte carga ideológica que Pedro Sánchez necesita para ganar terreno en la izquierda. En ese sentido van las layes sobre la eutanasia, la puesta en valor de la Ley de Memoria Histórica con el anuncio de que se va a proceder al traslado de los restos de Franco del Valle de los Caídos, o que se va a desposeer a Carmen Martínez Bordiú del título aristocrático que el rey Juan Carlos otorgó a su madre, o de las reformas que la ministra Celaá quiere hacer en el campo educativo, con la derogación de la Lomce, la consideración menor de la asignatura de religión, o la potenciación de la enseñanza pública en detrimento de la concertada.

Sin embargo son dos cuestiones las que en este momento acaparan la máxima atención del presidente de gobierno. En una de ellas ya ha sentado las bases: la elección del nuevo equipo de RTVE, que Sánchez ha permitido que lo haya instrumentalizado Podemos, y que es fundamental para un partido o un gobierno que pretenda ganar elecciones. Ese equipo tendrá que ser renovado en corto plazo (aunque si conviene puede ser largo plazo) para que un consejo de notables se pronuncie sobre el candidato más idóneo para presidir el ente público. La clave está en quienes formen parte de ese grupo de “notables”, y también qué profesionales de reconocida trayectoria y prestigio se van a someter al “examen” de personas que, con toda seguridad, tendrán menos conocimientos que el candidato sobre el funcionamiento de un potente medio de comunicación.

La segunda cuestión es el diálogo con Cataluña. A Sánchez no le interesa apuntarse como el conseguidor de una solución porque sabe que los independentistas no aceptan nada  que no valide sus objetivos actuales, totalmente ilegales e inconstitucionales, así que el presidente solo busca que no se rompa el dialogo. 

84 escaños no son nada para un gobierno. Pero con picardía, demagogia, gestos a la galería y promesas a las que la ciudadanía da credibilidad, Sánchez puede mantenerse en Moncloa hasta el final de la legislatura e incluso después.

Te puede interesar