Opinión

Cristina, presidenta

 

El reto de Cristina Narbona no es unificar el partido, aunque es importantísima  labor: su principal tarea será conseguir que Pedro Sánchez sea  creíble. Un dirigente   en el que puedan confiar los militantes y votantes socialistas, pero también   los que jamás escogerían su papeleta en unas elecciones pero le consideran una persona con proyecto sólido aunque no lo compartan.

La que será presidenta del PP  es una mujer de larga trayectoria política, que conoce a fondo el partido y que ha tenido importantes responsabilidades de gestión. Como ministra, como secretaria de Estado, como embajadora ante un organismo internacional como es la OCDE y como consejera del Consejo de Energía Nuclear.  Es fácil de trato,  transmite serenidad, con ideas muy firmes y convicciones inamovibles,  incuestionable política de izquierdas pero muy alejada de radicalismos. Si Pedro Sánchez se ha ganado  a su pesar una imagen de superficialidad, de político sin un proyecto definido excepto el de convertirse en presidente de gobierno a cualquier precio, Narbona sin embargo nunca ha peleado por el primer plano. Es  de las que ejercen su trabajo calladamente y que por encima de cualquier circunstancias personal se considera socialista y militante del Psoe.

La elección de Pedro Sánchez ha sido acertada,  lo que hace falta es que no la estropee elevando a personas  sin más mérito que haberle apoyado en momentos difíciles y descartando a quienes le dieron la espalda porque consideran que su etapa al frente del Psope fue nefasta. Que lo fue. El Pedro Sánchez que cada tres frases que pronuncia una es “he aprendido de los errores”, debe demostrar que efectivamente está decidido a iniciar una etapa muy distinta a la anterior como secretario general, cuando hundió el partido. Y la designación de Cristina Narbona va en la buena dirección.  Habrá que cruzar los dedos ahora para que Sánchez, además de dar juego a los que dan juego,   no cometa barbaridades como girar excesivamente a la izquierda para intentar robar votos a Pablo Iglesias,  no se deje llevar por su animadversión personal hacia Rajoy  y colabore en asuntos tan graves como es poner pie en pared contra los independentistas catalanes, y se tome en serio  unir un partido que hoy está roto. Narbona puede ser un elemento eficaz en ese sentido, siempre que Sánchez no eche leña en el fuego tratando despectivamente a los que no le apoyaron, y siempre que los que no le apoyaron, la mayoría de los dirigentes regionales,  asuman que él ha ganado las primarias y deben cooperar con Sánchez para poner el partido en forma, aunque Sánchez les produzca un profundo rechazo político y personal.

Pero, sobre todo,  en los próximos meses el Psoe debe  demostrar que cuenta con un secretario general solvente, adecuado,  a pesar de su trayectoria anterior. Y ahí, además del papel del propio Sánchez, Cristina Narbona será un elemento clave de reconciliación y recuperación de confianza.

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