Opinión

De mal en peor

Pedro Sánchez tiene suerte de encontrarse en gira americana, porque si estuviera en España no podría escaquearse como lo está haciendo. Probablemente por recomendación de Iván Redondo, el politólogo en el que confía tanto que le hizo jefe de su gabinete, le ha recomendado que no haga comentarios sobre el futuro de su ministra de Justicia que luego se vio obligado a no cumplir con Carmen Montón, a la que hizo dimitir apenas unas horas después de defender su continuidad.

Está al tanto de lo que ocurre en España casi al minuto,  porque es su obligación y porque se comunica constantemente con Redondo y con la propia ministra Delgado. Pero aunque tiene motivos para sentirse más que satisfecho de su gira y de su intervención en la Asamblea General de Naciones Unidas, “lo” de su ministra va de mal en peor. 

Por las nuevas noticias y porque además el PP ha echado a la arena a su voz parlamentaria más hiriente, Rafael Hernando, que siempre golpea donde más duele. 

Suele decir el presidente de gobierno que su vida es una lucha constante por sobrevivir a las peores situaciones, y es verdad. Sin embargo, que él sea capaz de afrontar con éxito las situaciones aparentemente irreversibles no significa que sus ministros puedan hacerlo. Entre otras razones porque el propio Sánchez sabe que si se empecinan en  no presentar su dimisión, podrían arrastrarle a él mismo fuera de La Moncloa.

 La propia ministra, tras sus varias contradicciones, versiones distintas y porqué no decirlo, mentiras, ha reconocido que se ha visto con Villarejo en tres ocasiones que ella recuerde. Hasta el momento solo se está filtrando el contenido de una de ellas, quién sabe qué pudo decir en las otras. Tiene razón Sánchez cuando dice que nadie resiste que se ponga sobre el papel una conversación privada, pero siendo verdad que se vierten calificativos o comentarios que, vistos negro sobre blanco, se echa uno mismo las manos a la cabeza, en el caso de la ministra Dolores Delgado se demuestra que dio información al excomisario sobre los asuntos de la Audiencia Nacional que una fiscal no debe mencionar fuera de su ámbito profesional. 

Por si no fuera suficiente como para exigir que deje el cargo,  la cinta revela también que contó a Villarejo un viaje a Colombia en el que, según ella, sorprendió  en un bar con menores a compañeros jueces y fiscales. 

No faltará mucho tiempo sin que se conozcan los nombres, así que el terremoto en la Audiencia Nacional está asegurado por culpa de la lenguaraz fiscal. A la que habría que preguntar, además, por qué no denunció a sus superiores que había sido testigo de una conducta innoble, y delictiva, por parte de algunos compañeros.

El presidente del gobierno se va a ver en una situación muy complicada si se mantiene al margen de una situación  ante la que no se puede soportar una sorpresa desagradable cada pocas horas.

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