Opinión

Dos meses insufribles

Dos meses, justo dos meses desde que se celebraron las elecciones catalanas, ganadas por primera vez por un partido no nacionalista, Ciudadanos. Algo que tendría que repetir Inés Arrimadas mañana tarde y noche, que con tanto prudencial silencio, aunque a lo mejor no es tan prudencial, parece que las elecciones las ha ganado Carles Puigdemont. 

Dos meses insufribles, con una paralización de la vida política que pasará factura, mientras Rivera trata de utilizar el resultado –importantísimo- catalán como rampa de lanzamiento para presentarse como el salvador de la patria, para ver si así se lleva no solo votantes, sino militantes y cargos electos de PP y PSOE, como hizo antes con UPyD. 

Puigdemont se ha convertido en este tiempo en todo un personaje. Patético, pero personaje. Ególatra, que antepone sus ansias presidenciales a los intereses de Cataluña, gobernada desde Madrid en virtud del 155. Lo que ha producido situaciones curiosas: la primera, que una parte importante de los empresarios catalanes, grandes, medianos y pequeños, confiesan abiertamente que el 155 ha dado estabilidad a la economía y el empleo; segundo, que la ambición exacerbada de Puigdemont ha provocado la ruptura de su partido y, por lo que cuentan, también profundas tensiones en el  que creó en torno a su lista, Junts per Catalunya, donde se prevé una escisión porque, por lo que cuentan independentistas de ERC que negocian con Junts y el PDeCAT –que ya no son la misma cosa- cada vez es más evidente que entre los afines al expresidente hay un desconcierto creciente porque no saben para dónde tirar.

Puigdemont dice un día que está dispuesto a hacerse a un lado si se le concede un estatus honorífico, al día siguiente exige ser quien tome las decisiones importantes del nuevo gobierno catalán, y a continuación alega que solo él puede ser presidente de la Generalitat y que se las arreglen para que pueda ejercer como tal desde Bruselas.

A todo ello se mezclan las actuaciones judiciales, las fugas, las mansiones y no mansiones, el empresario que paga las facturas, el gobierno belga ue no oculta que está harto de Puigdemont, los carnavales belgas y españoles que han elegido a Puigdemont como su figura más ridícula,  la desazón de los nacionalistas e independentistas serios (que los hay), la ANC dejando con  su caja de resistencia al límite por el pago de fianzas, las declaraciones de Mas en las que reconoce que ni PP ni PSOE se plantearon nunca negociar sobre un referéndum ilegal –a pesar de que los aznaristas esgrimen esa idea para arremeter contra Rajoy, que esa es otra-, y la aparición de un personaje, Roger Torrent, que es independentista a machamartillo pero que las está teniendo tiesas con Puigdemont.

Todo un escenario convulso del que dependen muchas cosas en España. Escenario que cambia todos los días aunque Rajoy, con la ayuda inestimable de Pedro Sánchez, y la condicionada de Albert Rivera, intenta mantener  el tipo contra viento y marea.

Te puede interesar